En Atenco, la violencia no la empezaron sus pobladores sino la fuerza pública que los atacó militarmente. Como de costumbre, el poder reventó los límites entre el derecho de protesta de los ciudadanos (para este caso la defensa de los comerciantes de flores de Texcoco y la solidaridad de los atenquenses) y decidió encarcelar a los primeros y atacar a los segundos