La resistencia al maíz transgénico y al dominio de las trasnacionales como Monsanto crece. Ya no en las ciudades sino en las milpas, entre cientos de campesinos que empiezan a entender cuál es la lógica económica y comercial del “sueño” de las semillas genéticamente modificadas. Y lo que ven a su alrededor y en el mundo los asusta.