En octubre de 2002, el Banco Mundial adoptó una nueva política en materia de bosques. Revirtiendo la política anterior que había prohibido que el Banco financiara proyectos que destruirían los bosques tropicales húmedos primarios, la nueva política, adoptada con el aval del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por su sigla en inglés) apuntó a alentar una mayor participación de la institución en las actividades de explotación forestal