Este nuevo tiempo global nos exige la reformulación tanto de los viejos paradigmas de la Revolución Verde como del pensamiento crítico acerca del daño y sufrimiento causado por el antropocentrismo y el capitaloceno, ambos centrales para la consolidación del modelo de la agricultura industrial del siglo XX, que ha promovido el deterioro y la pérdida de biodemodiversidad, temas relacionados con la emergencia de las pandemias, el extractivismo y con la destrucción de la vida. Al colocar la vida y los cuidados en el lugar central, la agroecología como movimiento, ciencia y práctica permite albergar la posibilidad de una transformación real en los territorios para superar o, por lo menos, enfrentar este paradigma.