Somos un río invisible de mujeres que sostiene en el cotidiano la vida de las comunidades y que sufrimos en carne propia el avance del extractivismo: la soja que empujó el ganado al humedal; el agronegocio que transformó la forma de producción de vacas; el acopio industrial de pescado; el eje hidrovía Paraguay-Paraná; el sistema de puertos privados; el puente Rosario-Victoria; el mercado inmobiliario que amenaza nuestra vida en las islas sin ningún control.