Han transcurrido más de cinco años en que los promotores mineros en Panamá sustentaron, y hasta garantizaron, que las nuevas tecnologías y procedimientos industriales podían evitar los negativos impactos socio ambientales de los proyectos; como también que su dinámica generaría mayor ganancia y distribución al país. Sin embargo, el discurso verde, los trasnochados beneficios a las comunidades rurales y un estado ambiguo a las normas ambientales, representan ahora un andamiaje obsoleto de la sinrazón y anti moral ambiental.