La activista Esther Vivas, autora de El negocio de la comida, subraya que el modelo agroalimentario industrial «sigue la lógica del beneficio». Está concentrado en pocas manos, contamina, no es tan saludable como dicen y precariza a quienes trabajan en su producción y venta. Y reclama tomar conciencia de lo que llevamos al plato.