A pesar de su carácter conservador, el Informe Final de la Comisión Mundial de Represas (CMR), conformada por representantes de la industria de las represas y de los movimientos anti-represas causó gran repercusión en el año 2000. Constituyó una clara denuncia de los impactos sociales y ambientales, así como de la ineficiencia que han tenido estas megaestructuras a nivel mundial. La CMR estimó que la cantidad de personas desplazadas en el planeta por las represas se situaba entre 40 y 80 millones de personas, y que los principales afectados eran los grupos más pobres y vulnerables. En septiembre de ese mismo año, St. Louis et al. publicaron un artículo en la Revista Bioscience donde observaban que las emisiones de los embalses constituían 7% del impacto total del calentamiento global.