“¡Salvemos las abejas! ¡Salvemos el mundo! ¡Vida a las alas de la vida!”, estas palabras no son una oda pindárica compuesta por algún poeta trasnochado amante de las abejas, sino el urgente grito que pronuncia Francesco Panella, Presidente de la asociación de apicultores italianos, para denunciar que también en este invierno del 2009 hubo una elevada mortalidad de abejas