En América Latina y en Guatemala, cuando los pobres gritan, reclaman, demandan, toman calles, utilizan el proceso trazado por la democracia, cuando lo hacen pacíficamente, cuando asumen sus derechos, cuando se movilizan para defender sus tierras y territorios, cuando recuperan su dignidad, los grupos de poder se envalentonan y reclaman a sus peones que tienen en el gobierno para que actúen con todo el peso de la ley y actúen drásticamente en contra de quienes ellos siempre vieron como su mano de obra barata, para hacer producir sus fincas, sus fábricas, sus tiendas, sus empresas y entonces así siguen con su empresa de opresión, represión, explotación, colonización, evangelización.