La alimentación corporativa tiene una mala fama ganada a pulso. Cada día hay una mayor conciencia de sus efectos sobre el medio ambiente, del perjuicio que produce a los pequeños agricultores y también de las consecuencias para la salud que acarrea consumir sus productos. Quizás lo más inmediato que percibimos es la falta de sabor y personalidad que han llegado a alcanzar los alimentos, especialmente las verduras. Sin embargo, una de las virtudes que sí tiene la alimentación corporativa es la capacidad de reinventarse a sí misma… o de cambiar todo para que todo siga igual. Un buen ejemplo de esta capacidad es el tomate conocido como Kumato ®, un invento para generar grandes ganancias corporativas.