Las variedades tradicionales de cultivo forman, en su conjunto, parte del sistema agrícola y están entretejidas con diferentes prácticas de cultivo, de ambientes ecológicos y de historias locales, por ello cuando se pierde una variedad tradicional la comunidad pierde un fragmento de su historia y de su cultura. Salvar y/o proteger esta diversidad genética para la producción agropecuaria no garantiza el desarrollo; pero la pérdida de esa diversidad sí reduce las opciones de desarrollo y genera una alta dependencia del mercado