Durante los últimos días de Enero del 2007, un grupo de personas en representación de agencias no gubernamentales Europeas, de América del Sur y del este de Asia, todos preocupados por algunas medidas que se anticipaban sobre la crisis energética, mantuvimos contactos telefónicos entre nosotros, con el fin de encontrar las maneras más adecuadas para lograr persuadir a los mandatarios Europeos, que proseguir con las metas establecidas en relación con el corte de combustibles para el 2010, implicaba graves riesgos para el medio ambiente a nivel global. En una de esas conferencias telefónicas mantenidas, nos preguntábamos las razones por las cuales este proceso resultaba tan acelerado... Y por qué causa los que deciden las políticas energéticas, no se detienen siquiera a evaluar las evidencias que existen respecto a la insostenibilidad de la producción de biomasa en escala, y en especial pensábamos en las crecientes cantidades de materias primas originadas en la agricultura, que están comenzando a llegar desde lugares remotos, ahora para saciar las demandas energéticas de la sociedad europea. La respuesta justa nos la dio una activista Alemana, quien nos dijo: "Es que el proceso no es democrático, lo están llevando adelante oscuros funcionarios de la Unión Europea, obedientes a un mandato externo y sin mayores miramientos... Para entender este diseño, hay que mirar a la OCDE"… y así fue cómo, haciendo referencia a un caso significativo, direccionamos nuestra atención al nuevo programa sobre bioeconomía, antecedente inmediato de las políticas que nos preocupaban. Boletín N° 304 de la Red por una América Latina Libre de Transgénicos