"Después de su invasión en el año 2003, Irak no fue expoliada por sus agresores solamente de su soberanía política, de su patrimonio arqueológico, de sus recursos petroleros; también lo fue de su soberanía alimentaria. Violando la Constitución iraquí y las convenciones de La Haya y de Génova que estipulan que el ocupante debe respetar la jurisdicción del país ocupado, el administrador provisorio Paul Bremer (un antiguo colaborador de Kissinger) dictó, antes de la instalación de un gobierno fantoche por parte de Washington, cien ordenanzas infames que tienen fuerza de ley y que no pueden ser abolidas ni modificadas por ningún gobierno iraquí (...). El país caía así bajo el yugo económico total del Ocupante, que había decidido reformar drásticamente la economía iraquí en base al modelo económico neoliberal norteamericano."