"El caso del maíz es sangrante por lo que representa como símbolo cultural, como patrimonio nacional, no solo en los países del que es originario, sino de toda una cultura de resistencia, un producto que esas otras sagradas escrituras, las que tantas de sus hojas ardieron en la hoguera, nos decían que eran 'nuestra carne'. Más sangrante ha de parecernos aún, cuando buena parte de esos cultivos serán destinados para fabricar 'biocombustibles', bajo la ironía de hacer la vida más 'ecológica'..."