Las recientes imágenes que circulan por el mundo sobre los incendios en la Amazonía, y también en el Pantanal, el Cerrado y el Chaco, así como las nubes de humo sobre la ciudad de São Paulo, no son casualidades climáticas, sino resultado del avance del neoextractivismo y la deforestación voraz intensificada por las políticas criminales del gobierno de Bolsonaro. Este gobierno está malversando la legalidad estatal para impulsar desde allí una política delincuencial contra los más básicos Derechos Humanos y los Derechos de la Naturaleza. La gigantesca frontera de fuego que está arrasando la Amazonía constituye uno de los capítulos más aberrantes de sus crímenes políticos y merece el más urgente y activo repudio de toda la comunidad política.