Los habitantes de esta comunidad, colindante con Puebla, viven desde hace 14 años con miedo, cuando comenzaron a darse cuenta de la contaminación ambiental producida por las unidades porcícolas instaladas aquí por la empresa Granjas Carroll –que se defiende de las acusaciones–, donde estudios de la Comisión Nacional del Agua han documentado filtración fecal a los mantos freáticos