En 2021, quienes trabajamos en la construcción de sistemas alimentarios justos, equitativos y que operan dentro de los límites planetarios, tenemos mucho trabajo por hacer. El cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la rápida disminución de la fertilidad del suelo están dañando seriamente la salud de las personas y del planeta, dislocando a las sociedades y amenazando los sistemas alimentarios de todo el mundo. Hace cinco años se alcanzó un compromiso a escala mundial para eliminar el hambre en 2030, pero desde entonces hemos perdido mucho terreno. Se estima que 690 millones de personas pasaban hambre en 2019 y más de 2 mil millones carecían de acceso a alimentos seguros, nutritivos y suficientes de manera regular. Y esto antes de que la pandemia de la COVID-19 sumara aproximadamente 130 millones al número de personas que padecen hambre, empujara a innumerables millones más al borde de la hambruna y pusiera en riesgo un tercio de los medios de subsistencia de las personas involucradas en la producción agroalimentaria.