Los instrumentos de Wall Street y los acreedores internacionales, tanto el FMI como el Banco Mundial, recurren a procedimientos muchísimo más extensos, disimulados y masivos en forma incomparable, pero igualmente eficaces, crueles, irreversibles y perversos, y que además los aplican en forma paralela a saquear toda la riqueza y recursos posibles de las naciones que han caido en sus garras, entregadas a la depredación con el apoyo cómplice y traidor de los gobiernos de turno de los países sometidos a un pillaje extenuante y a un holocausto igualmente conmovedor y espantoso, aunque silenciado por los dueños de la opinión mundial