"La única forma de conservar el maíz nativo y el criollo, y toda otra semilla, se da a través de la resistencia en las comunidades campesinas e indígenas a los monocultivos transgénicos. Esto implica una lucha descarnada contra los intereses de las transnacionales, que no dudarán en amedrentar utilizando los aparatos de represión del Estado, perseguir la protesta social con la eliminación física de los principales líderes a través del sicariato a su servicio o inventar una guerrilla campesina inexistente para argumentar la violencia y vaciar el campo de campesinos y campesinas, militarizando de esa forma el Gobierno las zonas de conflicto, en un continuo Estado de excepción."