Toda producción social que tienda hacia el mantenimiento de las condiciones de vida sobre la tierra, desarrolla un tipo de relacionamiento que hace posible la existencia humana a través del trabajo que, junto con la naturaleza, crean la riqueza. Marx lo explicó de la siguiente forma “el trabajo es, antes que nada, un proceso que tiene lugar entre el hombre (ser humano) y la naturaleza, un proceso por el que el hombre, por medio de sus propias acciones, media, regula y controla el metabolismo que se produce entre él y la naturaleza” (Marx 2011, 326). En ese sentido, el intercambio material y energético entre el trabajo humano y la tierra es constitutivo de la sostenibilidad de los diferentes pueblos con sus técnicas y modos de crear su propio régimen de vida, es decir, su propio metabolismo social y comunitario.