Los originarios yoremías de antaño por la orilla del río fundaron ocho bases estables, tres representantes del consejo en cada base —un representante, un contador y un mensajero—, para informarse de una base a otra y así administrarse propiamente. Sus palabras las estudiaban y las hacían parte de su vida, una experiencia sólida que los llevaba a la verdad, y las índoles de sus obras legalizaban aun en el campo la moral —que se forjaba en medio del trabajo en los destinos de su nación para el bien