La aplicación de un modelo de agricultura industrial ha demostrado, en pocos años, su fuerte impacto negativo en el territorio y en las comunidades. La deforestación, el monocultivo, el uso indiscriminado de venenos agrícolas, la erosión del suelo y la destrucción de las cuencas hídricas han hecho más vulnerables a las poblaciones humanas y a la biodiversidad. Estas transformaciones ya tienen sus consecuencias visibles en la aparición de enfermedades, incremento de plagas urbanas, agravamiento de las sequías y de las inundaciones y el éxodo rural, entre otras. Conocer la situación, debatir y producir propuestas desde las mismas comunidades constituyen el objetivo prioritario de esta jornada.