El 9 de julio de este año ocurrió un nuevo derrame en el Oleoducto Norperuano en la comunidad de Tayuntsa, en la provincia de Bagua, cerca del río Nieva. Con ella se contabilizan 45 fugas en la estructura del oleoducto en los últimos 5 años [1], una frecuencia que debería ya preocuparnos. Unos días antes, un derrame en la zona de las cuatro cuencas, en Loreto, significó que unas 500 personas de la zona adopten una medida de fuerza convocada por las federaciones indígenas, tomando la Estación 5 del Oleoducto Norperuano.