Hablar de la crisis económica que, como una peste medieval, se extiende incontenible en este mundo globalizado en que vivimos, es llover sobre mojado.La subida indetenible de los precios del petróleo y sus derivados no es más que la manifestación, tal vez la más dramática porque nos afecta más directamente en la vida cotidiana, de esta situación que alcanza ya ribetes trágicos