La lista parece interminable. Las víctimas de la violencia sistemática en Guatemala contra quienes lideran procesos de resistencia a la minería, hidroeléctricas y otros megaproyectos aumentan hasta conformar un genocidio donde hombres, mujeres y niños son amenazados, perseguidos, encarcelados y finalmente asesinados en la más completa impunidad.