Apenas hace treinta años, la geografía con enfoque clásico concebía el territorio como un conjunto de coordenadas bien definidas y situadas en un mapa, en su idea de describir la tierra. Sus concepciones resultaron muy limitadas para analizar sociedades móviles, determinadas por economías mundializadas, que multiplicaban su capacidad de comunicarse y trasladar recursos y conocimientos. El espacio, las fronteras y las distancias comenzaron a ser percibidas de manera distinta