Dentro de la organización de esta industria, las juniors sirven para despejar el terreno, no solamente en sentido propio, sino también en el plano político y económico. Verdaderos “peces-pilotos”, estas pequeñas empresas son las primeras en esquivar las resistencias que pueden provocar la presencia y la actividad de empresas mineras. De este modo, la legislación canadiense las protege de eventuales investigaciones. Pero también ofrece un remanso al sector de la explotación y a sus majors: les permite responder a la tendencia al gigantismo minero e ignorar impunemente las pesadas consecuencias socioambientales y sanitarias que este gigantismo implica.