Por todo el planeta proliferan nuevas Zonas Económicas Especiales (ZEE) que proporcionan espacios de libertad total al movimiento del capital trasnacional, al cual se le otorgan grandes facilidades fiscales, aduaneras, logísticas, garantías de acceso a bienes naturales comunes estratégicos -como el agua, la energía solar y eólica, el petróleo y el gas- y de explotación de mano de obra local a cambio de salarios muy inferiores a los que se proporcionan en los países sedes de las firmas.