Los testaferros, los paramilitares o los narcotraficantes no son los únicos que podrían quedarse con miles de hectáreas de tierra fértil arrebatadas violentamente a los campesinos colombianos en los últimos 20 años. Ahora las entidades bancarias, amparadas en el vacío jurídico existente, esperan recuperar las deudas que contrajeron los desplazados en el pasado con lo único que puede cancelar sus obligaciones: sus predios