Un retrato del agronegocio en el Ecuador

Idioma Español
País Ecuador

Esta publicación retrata el funcionamiento del agronegocio en el Ecuador, sus impactos en la naturaleza y en las poblaciones.

Degradación ambiental, acumulación y control de la producción agrícola y alimentaria

Desde inicios del siglo XX, la agricultura y la producción de alimentos se ha transformado, para facilitar el control empresarial a través de: la intensificación, la globalización de los mercados agroalimentarios y la financiarización de la producción y el consumo. Con la Revolución Verde se instauró el uso cada vez mayor de insumos agrícolas (que en el caso del Ecuador son, en su mayoría, importados), la mecanización y digitalización de la agricultura y la manipulación de las semillas. En la alimentación aumenta la presencia de alimentos procesados y ultra-procesados; y en cuanto a la distribución, se impuso la venta en supermercados, y últimamente, especialmente a partir del encierro por el COVID-19, el delivery. Esto es el agronegocio.

Todo esto está apoyado por políticas públicas que favorecen al agronegocio, en un Estado cada vez más débil. Por eso, es característico del agronegocio las renovadas alianzas público-privadas.

El agronegocio abarca todas las fases del metabolismo social “agroalimentario”, incluyendo la producción agrícola, ganadera o acuícola, su transformación (agroindustria); la distribución y almacenamiento y su consumo final. Incluye también la fabricación y distribución de insumos agrícolas, los servicios logísticos asociados, los servicios bancarios, etc.

El agronegocio no significa sólo grandes haciendas productoras de commodities agrícolas; incluye también a familias productoras monopolizadas por el agronegocio. Dedican toda o casi toda su tierra para insertarse en cadenas productivas, en las que ocupan los eslabones más débiles y vulnerables.

Otra característica del agronegocio en el Siglo XXI es la ecologición de sus estrategias comerciales, y es así como proliferan las certificadoras de los productos de exportación destinados a distintos mercados especializados. Está también la gourmetización y gentrificación de los paisajes alimentarios, que crean nuevos espacios urbanos, y que a la vez introducen nuevos cultivos en el mundo rural, desplazando muchas veces la producción destinados a la soberanía alimentaria o a ecosistemas naturales. Este es el caso por ejemplo de la pitahaya, del aguacate o la quinoa, alimentos que se han insertado en nuevas culturas alimentarias.

El agronegocio resulta de la asociación entre el sector de la agroindustria con una agricultura cada vez más intensiva en capital, y la integración de la producción agrícola con las cadenas alimentarias. Aunque podría verse como un sistema eficiente, ignora los impactos de este modelo en la naturaleza, las poblaciones rurales y quienes consumen el producto final. Irónicamente, aunque su presencia implica fuertes transformaciones territoriales, sus impactos se extiende a los rincones más recónditos del planeta. A más de las empresas que son directamente productoras, exportadoras, comercializadoras e importadoras de bienes agrícolas, hay un conjunto de empresas que dan servicios al agronegocio, y que pueden ser clasificadas en los siguientes tipos:

En el Ecuador hay una agricultura empresarial orientada al mercado externo, y a la agroindustria, y otra campesina que produce para la soberanía alimentaria nacional, pero que también puede estar subordinada al agronegocio. Esto ha dado lugar a un mosaico muy heterogéneo, que es el reflejo de la historia agraria del país, donde nunca se homogenizó el espacio rural en un único modelo capitalista.

En la década de 1980, con el inicio del neoliberalismo en Ecuador, la pérdida de centralidad estatal en las políticas públicas y la entrada en vigencia de la Ley de Desarrollo Agropecuario; empieza a consolidarse el agronegocio que puede acceder a tierras de buena calidad, luminosidad, mano de obra barata, buena infraestructura vial, concentración de la tierra y articulación al mercado internacional. Son territorios de producción de flores, brócoli, ganadería de leche, banano, palma africana, entre otros, en menoscabo de la producción de alimentos. En la sierra centro-norte las antiguas haciendas lecheras se convirtieron en floricultoras o brocoleras, lo que ha frenado en parte la migración rural juvenil, que ahora son asalariados de estas empresas.

Para el mundo campesino significó la extrema minifundización de las parcelas. De acuerdo al censo 2023, el 40,6% de la población rural tienen menos de una hectárea en el Ecuador . El minifundio hace imposible generar suficientes empleos para todos los miembros de la familia, lo que ocasionó una migración lenta a la ciudad. Hoy el 35% de la población es rural. Significó también la diversificación de las actividades rurales (como manufactura, comercio, servicios y construcción).

Se están además abriendo nuevas fronteras de expansión del agronegocio, ya sea por la ocupación territorial en algunas zonas -sustituyendo cultivos destinados a la soberanía alimentaria o ecosistemas naturales, o porque hay cada vez más campesinos subordinados al sector agroexportador o a la agroindustria. Al momento el cacao es el monocultivo que más territorio ocupa, seguido por el maíz duro.

Se puede ver en este gráfico que el agronegocio en el Ecuador está destinado tanto al consumo interno como para la agroexportación. Los cultivos para el consumo interno es el maíz, destinado a la fabricación de balanceados y la caña para la elaboración de azúcar y etanol. Están destinado a la exportación el cacao, el camarón y el banano.

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Fuente:  Acción Ecológica

Temas: Agronegocio

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