Reforzar la precaución contra la geoingeniería para proteger a la biodiversidad y a las comunidades

Idioma Español
Foto: UN Biodiversity

"Ninguna de estas técnicas de geoingeniería se propone abordar las causas de raíz del cambio climático por lo que éste continuará. De esta forma, crean una dependencia indefinida de las tecnologías y agregan una carga adicional para las generaciones futuras".

La geoingeniería climática, es decir, la manipulación a gran escala de la atmósfera y los ecosistemas marinos y terrestres con el fin de aminorar algunos síntomas del cambio climático, conlleva riesgos importantes para la biodiversidad y los medios de subsistencia asociados a ésta. Se trata de una serie de tecnologías cuyo objetivo es reflejar de vuelta al espacio parte de la radiación solar que llega a la Tierra (para reducir la temperatura) o remover dióxido de carbono de la atmósfera.

El Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) encabezó el debate intergubernamental sobre la geoingeniería climática al adoptar varias decisiones precautorias a partir de 2008, lo que llevó a establecer una moratoria de facto sobre su despliegue a gran escala. Las decisiones del CDB son especialmente relevantes a la luz del rápido aumento del número de proyectos de geoingeniería marina y solar, así como experimentos en campo que se están planeando o llevando a cabo, en contravención con las decisiones del CDB.

En la COP 16 el CDB necesita recordar, afirmar y garantizar la aplicación de sus decisiones, así como reforzar las disposiciones destinadas a proteger los ecosistemas y las comunidades de los impactos de la geoingeniería.

Esta discusión se refiere al tema 20 de la agenda, Diversidad biológica marina y costera y diversidad biológica de las islas; y al tema 25, Diversidad biológica y cambio climático.

Antecedentes

En un notable ejemplo de previsión y precaución, el CDB adoptó a partir de 2008 una serie de decisiones pioneras sobre la geoingeniería y sus impactos potenciales sobre la biodiversidad y las personas. Para respaldar sus decisiones, el CDB elaboró informes técnicos revisados por expertos, sobre la fertilización de los océanos y sobre los posibles efectos de la geoingeniería en la biodiversidad, así como sobre cuestiones normativas relacionadas. Por consenso de todas las Partes y basándose en el principio de precaución, la COP 10, decisión X/33 párrafo 8 (w), pidió a las Partes “asegurar (…) que no se lleven a cabo actividades de geoingeniería relacionadas con el clima que puedan afectar a la diversidad biológica” hasta que se cumplan una serie de condiciones, entre ellas: contar con un mecanismo transparente de gobernanza mundial multilateral; garantizar que no se produciría ningún daño transfronterizo; y tener una base científica adecuada para justificar las acciones de geoingeniería, tomando en cuenta los riesgos que plantea para la biodiversidad y considerando los impactos sociales y culturales relacionados. La decisión hizo una excepción para los estudios de investigación científica a pequeña escala en entornos controlados con el fin de recopilar datos científicos y sólo después de una evaluación exhaustiva de los posibles impactos sobre el medio ambiente.

¿Por qué es peligrosa la geoingeniería?

Todas las tecnologías de geoingeniería —incluyendo la geoingeniería solar (las intervenciones para reflejar parte de la luz solar de vuelta al espacio) y las tecnologías de remoción de carbono en tierra y/o en entornos costeros y marinos— implican impactos significativos para los ecosistemas y las comunidades. Por ejemplo, las tecnologías de remoción de dióxido de carbono (RDC) a gran escala requerirían grandes cantidades de tierra, energía, biomasa, agua, fertilizantes, minerales y/u otros recursos.

Las tecnologías RDC son especulativas: la mayoría se encuentran en fase “piloto” o sólo existen como modelos. No hay pruebas de que puedan remover el CO2 de la atmósfera de forma eficaz y permanente a la escala necesaria para cumplir los miles de compromisos denominados “cero emisiones netas” asumidos por empresas y países. No obstante, el desarrollo de tecnologías RDC a gran escala requerirá infraestructuras e industrias extractivas nuevas o modificadas (por ejemplo, gasoductos, instalaciones de almacenamiento), cuya creación producirá emisiones adicionales de gases de efecto invernadero, aumentando los riesgos del llamado rebasamiento climático (superar 1.5 °C de aumento de la temperatura en el siglo XXI) y otros impactos socioambientales negativos.

El despliegue a gran escala de la bioenergía con captura y almacenamiento de carbono (BECAC) provocará acaparamiento de tierras, agua y nutrientes, lo que llevará a “desalojos masivos de tierras y personas, con implicaciones globales para el suministro de alimentos, los derechos sobre la tierra y la justicia ambiental”.

El despliegue a gran escala de la geoingeniería solar también tendría efectos desiguales a escala regional, lo que daría lugar a “ganadores y perdedores” climáticos. Mientras que algunos podrían teóricamente beneficiarse si se consiguen temperaturas más bajas, otros podrían sufrir el aumento de inundaciones y sequías.

Diversas técnicas marinas como la “fertilización oceánica” y el “aumento o mejora de la alcalinidad marina” proponen utilizar alrededor del 10% de la superficie del océano (para llegar a tener un impacto climático significativo), con consecuencias potencialmente devastadoras para las comunidades costeras y los frágiles ecosistemas marinos.

El Comité Asesor del Consejo de Derechos Humanos de la ONU ha advertido que el despliegue de tecnologías de geoingeniería podría afectar a los derechos humanos de “millones o quizá miles de millones de personas” y que las vidas y los medios de subsistencia de los pueblos indígenas, las comunidades tradicionales, los campesinos y los pescadores corren especial peligro.

Ninguna de estas técnicas de geoingeniería se propone abordar las causas de raíz del cambio climático por lo que éste continuará. De esta forma, crean una dependencia indefinida de las tecnologías y agregan una carga adicional para las generaciones futuras.

Otras consecuencias potenciales son habilitar una mayor captura corporativa de la formulación de políticas públicas y el agravamiento de las tensiones geopolíticas en general. Por último, si se despliegan determinadas técnicas de geoingeniería y luego se interrumpen —ya sea intencionadamente o por error, accidente o debido a un conflicto geopolítico—, la interrupción podría desencadenar el llamado efecto de “shock de terminación”, es decir, un aumento drástico de las temperaturas y una aceleración del ritmo del cambio climático que dificultaría la adaptación de muchas especies y ecosistemas.

Finalmente, pero no menos importante, las propuestas de geoingeniería desvían atención, energía y recursos a la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero —la única vía real para detener y prevenir un mayor cambio climático— al tiempo que introducen graves riesgos ambientales y sociales.

Puede consultar qué experimentos y proyectos de geoingeniería están en curso o planeados, quiénes son sus actores, técnicas y estado actual de los proyectos, en el mapa interactivo del Monitor de Geoingeniería: https://map. geoengineeringmonitor.org/

- Para descargar el documento completo (PDF), haga clic en el siguiente enlace:

Fuente: Grupo ETC

Temas: Crisis climática, Nuevas tecnologías

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