Los pueblos de México son hijos del maíz
Ante lo profundo de la matriz civilizatoria que para los pueblos modernos de Mesoamérica representa el maíz, da susto la frivolidad macroeconómica de la cruzada transgenética. Más allá de cualquier mitificación, el grano significa la base material de la sobrevivencia indígena y campesina, a la vez corazón de una obra maestra de las culturas comunales
El maíz nació al mundo en estas tierras hace más de nueve mil años y no ha perdido continuidad, vitalidad agrícola, en fin, historia. La milpa encarna para las comunidades la auténtica posibilidad de autogobernarse, sin pedirle permiso a nadie.
Aún hoy, los grandes pueblos indios de México son hijos del maíz: mayas, nahuas, mixtecos, zapotecos, ñhañú, totonacos, mazahuas. No se puede minimizar la cosmogonía que encarna la ruta incesante que va de la milpa a la tortilla y el pozol.
Una riqueza de variedades naturales próxima al milagro se encuentra amenazada hoy por las cuentas alegres del neoliberalismo feroz (o nueva fase "superior" del capitalismo), que pretende reducir a la mecánicas del negocete a cuatro o cinco variedades maiceras internacionales con copyright garantizado y un mercado cautivo en la mira.
El Servicio Internacional para la Adquisición de Aplicaciones Agrotecnológicas (isaaa) dio a conocer este noviembre un reporte que derrocha optimismo en cuanto al "potencial" de México como "mercado" para semillas de maíz transgénicos pues con una producción de 19 millones de toneladas al año "es parte de la lista de cinco naciones líderes en producción de granos". Qué emoción.
El isaaa calcula que el maíz modificado abarcará en pocos años 40 o 45 millones de hectáreas, "y las naciones en desarrollo serán un espacio clave, pues cultivan el 75 por ciento de la superficie maicera global".
En la actualidad, este maíz controlado (inmune a plagas y plaguicidas, así como a salvo de las "impurezas" de lo real) ya cubre diez millones de hectáreas en el planeta, cerca del 7 por ciento de la superficie global del grano, que abarca 140 millones de hectáreas.
"Hay 200 millones de agricultores maiceros en el mundo, el 98 por ciento están en países en desarrollo", agrega el reporte.
Con criterios de productividad y agronegocio, los defensores del maíz rapaz, como es el caso del isaaa, escudados en una hipócrita "mejoría" del hambre en los países pobres, echa todo por delante para allanar la Tierra al maíz industrial.
Defender el maíz hecho a mano es mucho más que mera nostalgia o anacronismo. Se trata de garantizar el futuro a una profunda ruta civilizatoria. Nos quieren consolar con informaciones como la siguiente: en Estados Unidos, "líder mundial" en la producción de maíz, con 229 millones de toneladas anuales, el 35 por ciento de las siembras ya son transgénicas.
Y así, Monsanto y sus "hermanas" biotecnológicas de plácemes, extienden sus manazas sobre Egipto, Kenia, Nigeria, Brasil y México. Allí el verdadero "potencial".
Para acabarla de amolar, nuestro país sigue administrado por gente que no le ve nada de malo a desmantelar la nación. ¿Cómo extrañarnos de su entusiasmo por la mercantilización, así sea del maíz, si para todo son iguales? El linaje Salinas-Zedillo-Fox va tendido: petróleo, energía, playas, cultura.
Hablemos de cultura. El actual gobierno, analfabeta como ninguno antes, ya se liberó de la vergonzante tradición priísta que obligó a que un Álvaro Obregón memorizara versos de López Velarde para dar el gatazo de culto. La cultura no importa, diría don Abascal, tan guadalupano según él. Los libros muerden (aunque sean de Carlos Fuentes), el cine es prescindible y el arte en general, digno de toda sospecha de los moralistas, y por lo tanto de cualquier recorte presupuestal. Un gobierno de iletrados sueña con inundar el país de computadoras para todos los chiquillos y chiquillas del campo y la ciudad tengan su internet.
Las distintas amenazas contra la integridad de México y sus pueblos son una sola. Por lo mismo, la resistencia que crece por todas partes y por lo bajo, es también una. La unidad de los muchos, los diversos, que pasa por los tres autos del mañana: autonomía, autodeterminación, autogobierno.
Suplemento Ojarasca, Número 79, noviembre de 2003