Exterminadores en el campo
"La industria biotecnológica ha desarrollado varias formas nuevas de ingeniería genética que intenta a toda costa desvincular de los transgénicos anteriores usando nombres que no las relacionen a éstos, como edición genómica o mejoramiento de precisión. Lo hacen para intentar evadir la resistencia global que existe contra los cultivos transgénicos y para evitar las regulaciones de bioseguridad y etiquetado".
Más de 200 líderes, movimientos y organizaciones globales de agricultura y alimentación, lanzaron un llamado a Naciones Unidas demandando una moratoria a la liberación de organismos con impulsores genéticos, especialmente en agricultura. Firman entre otros La Vía Campesina, la Alianza por Soberanía Alimentaria en África, la red mundial de agricultura orgánica IFOAM, la Unión Internacional de Trabajadores Agrícolas, Amigos de la Tierra internacional, así como tres relatores de Naciones Unidas para la Alimentación: la actual, Hilal Elver, y los anteriores, Olivier de Schutter y Jean Ziegler. Firman además activistas e intelectuales en el tema como Vandana Shiva, Nnimmo Bassey, Raj Patel, Ana Lappé y muchas otras y otros. Es un llamado a proteger los sistemas alimentarios de las tecnologías de extinción genéticas, al que se se suman los más significativos movimientos mundiales y continentales en agricultura y alimentación, para decir no a la liberación de esta nueva biotecnología (ver aquí).
El llamado se presentó el Día Mundial de la Alimentación en la FAO (Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) y es también un mensaje al Convenio de Diversidad Biológica (CBD), que se reúne este mes y tiene el tema en su agenda (Ver La Jornada del Campo133).
Los impulsores genéticos son una forma de ingeniería genética para engañar a las leyes de la herencia y que toda la progenie de una especie –sean insectos, plantas o animales– hereden forzosamente un rasgo transgénico. Están diseñados para diseminarse agresivamente en el ambiente y si el gen introducido es para producir sólo machos, en pocas generaciones podría eliminar toda una población de la especie manipulada y con el tiempo extinguir la especie entera, con impactos impredecibles en el ecosistema.
La industria biotecnológica ha desarrollado varias formas nuevas de ingeniería genética que intenta a toda costa desvincular de los transgénicos anteriores usando nombres que no las relacionen a éstos, como edición genómica o mejoramiento de precisión. Lo hacen para intentar evadir la resistencia global que existe contra los cultivos transgénicos y para evitar las regulaciones de bioseguridad y etiquetado.
El caso más extremo de estos intentos de engañar al público y reguladores es justamente el de los impulsores genéticos, ( gene drives en inglés o genética dirigida en el juego de nombres de la industria). Aunque la presentan como una tecnología en salud –para eliminar insectos vectores de enfermedades como la malaria– o incluso para conservación –para erradicar especies consideradas dañinas–, en realidad el uso principal que planean las industrias, incluyendo a Bayer-Monsanto y Dupont-Dow, es en agricultura, con la idea de recuperar el uso de agrotóxicos en plantas que se han hecho resistentes a ellos y expandir sus monopolios.
Los promotores de la tecnología han tratado deliberadamente que el público no la relacione con la agricultura, pero un nuevo informe del Grupo ETC revela que la mayor parte de la investigación es para aplicaciones en agricultura y alimentación, y de alto interés de las trasnacionales de transgénicos (ver aquí).
Entre otras líneas, investigan como extinguir las hierbas que se han vuelto resistentes al uso de agrotóxicos debido al alto uso de éste en los transgénicos. Consideran exterminar una especie de amaranto que se ha vuelto maleza en Estados Unidos, lo cual podría llevar a extinguir el amaranto comestible en México. También trabajan en cómo devolver la sensibilidad de hierbas al glifosato e insertar tolerancia a nuevos agrotóxicos para continuar o aumentar su uso. Existen un proyecto para manipular abejas melíferas y varios otros para autoextinguir insectos, hierbas, escarabajos, mariposas, gusanos, ratones y otros organismos considerados plaga por las industrias y la agricultura química, pero que tienen funciones en las cadenas alimentarias y los ecosistemas, y más que plagas, son una señal de desequilibrio de los agrosistemas.
El análisis de ETC sobre dos patentes clave sobre impulsores genéticos muestra que cada patente hace referencia a entre 500 y 600 utilizaciones en agricultura, incluyendo su relación con 186 marcas de herbicidas, 46 plaguicidas, 310 insectos considerados plagas agrícolas, además de nemátodos, ácaros, polillas y otros.
Por tanto, pese a los millones de dólares que ha gastado la Fundación Gates –que junto con el Ejército de Estados Unidos son los principales financiadores del desarrollo de organismos con impulsores genéticos (ver aquí)– para tratar de convencer a Naciones Unidas de que es una tecnología para ayudar a los pobres a combatir la malaria en África, en realidad se trata, nuevamente, de una estrategia empresarial trasnacional para aumentar su control sobre la agricultura y la alimentación, esta vez con la intención expresa de eliminar especies o volverlas transgénicas, aunque creen desastres en la biodiversidad y los ecosistemas.
La 14a. Conferencia de las Partes del CBD, que se reúne próximamente en Egipto, debe escuchar a los movimientos y personalidades del mundo agrícola y detener la liberación de esta riesgosa tecnología.
Fuente: La Jornada