El acaparamiento global de tierras se pinta de verde
"Los avances en la agricultura digital y las posibilidades de obtener créditos de carbono y presentarse ante el público como verdes, tienen el potencial de lograr que las explotaciones agrícolas transnacionales se hagan más rentables y, ciertamente, más atractivas para los inversionistas. La tierra agrícola mundial, como les gusta repetir a los administradores de tierras agrícolas, es finita. Por lo tanto, mientras las corporaciones ocupen más de ellas habrá menos para los pequeños agricultores, los pueblos indígenas y las comunidades rurales".
En el mes de marzo de este año, Bill Gates estuvo respondiendo preguntas en la plataforma en línea Reddit, promoviendo su nuevo libro sobre la crisis climática. Gates recién acababa de revelar que era el mayor propietario de tierras agrícolas de Estados Unidos y uno de los participantes en Reddit le preguntó por qué estaba comprando tanta tierra agrícola. Gates respondió: “Mi grupo de inversiones es el que decidió hacer esto. No es algo relacionado con el clima”.
La primera parte de su respuesta es el típico discurso del multimillonario. En general, los más ricos del mundo colocan su dinero a través de oficinas de patrimonio familiar, cuyos administradores tienen la tarea de llevar las ganancias al máximo posible. Si se les pide financiar oleoductos y granjas industrializadas, los multimillonarios fingen no saber y dicen que su “grupo de inversiones” decidió hacer eso. Es una dinámica similar a la de los fondos de pensiones, donde los trabajadores confían sus ahorros de jubilación a mecanismos que invierten en todo tipo de proyectos que socavan el bienestar de los trabajadores en todo el planeta.
Actualmente existen 7 mil oficinas de patrimonio familiar que, en conjunto, administran 5 billones 900 mil millones de dólares en activos, mientras que los fondos de pensiones, en sólo 22 países, controlan la escalofriante suma de 52 billones 500 mil millones de dólares en activos. Un número creciente de estas oficinas de patrimonio familiar y de fondos de pensiones están, como el grupo de Gates, tomando la decisión de comprar tierras agrícolas. Esto se puede hacer directamente, como lo ha hecho el grupo de Gates comprando fincas en EUA o, indirectamente, a través de fondos de capital privado, como lo hacen aquellos que manejan el fideicomiso de Gates para adquirir intereses en fincas de África Oriental y plantaciones de palma aceitera en el Congo.
Al contrario de lo que Gates afirma en la segunda parte de su respuesta a los participantes de Reddit, este creciente interés en tierras agrícolas sí está profundamente conectado con el clima. Puesto de manera simple, de acuerdo con el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático de las Naciones Unidas, la producción de alimentos y la agricultura, que dan cuenta de hasta el 37% de las emisiones globales de gases con efecto de invernadero y el modelo de agricultura industrial, practicado y promovido por las agencias financiadas por Bill Gates, son en gran parte culpables de esto.
Pero hay otra conexión; en estos días las empresas que están en el negocio de vender tierras agrícolas a los multimillonarios y a los fondos de pensiones, lo publicitan como una inversión con el rótulo de “verde”, sustentable y socialmente responsable. Incluso publicitan la inversión en tierras agrícolas por su potencial para generar compensaciones de carbono. Y la propaganda está funcionando. Las tierras agrícolas son una propuesta cada vez más atractiva para los administradores de fondos de pensiones y para los multimillonarios presionados por mostrar alguna acción en relación a la crisis climática —manteniendo a raya a los reguladores que podrían obligarlos a hacer más.
“Existen algunas grandes tendencias a nivel macro que explican por qué los actuales inversionistas institucionales se interesan en la tierra nuevamente o buscan expandir sus portafolios si es que ya tienen inversiones en tierras,” señala Emily Norton, jefa de investigación rural de la agencia de propiedades Savills al Financial Times. “Hubo un movimiento posterior a la recesión hacia capitales seguros [tras la crisis financiera de 2008], pero la tendencia mayor son, probablemente, los factores relacionados a la mitigación climática … cada vez más, las tendencias pro clima están impulsando a las instituciones y a las oficinas de patrimonio familiar a señalar: 'Sí, ésa es la razón por la cual queremos estar en esa clase de activos'.
”Como ejemplo, este año el fondo de pensiones de la compañía de correos holandesa, PostNL, puso 200 millones de euros en un nuevo fondo de tierras agrícolas, llamado, sin tapujos, SDG Farmland Fund (SDG, por sus siglas en inglés, se refiere a los ODS, objetivos de desarrollo sustentable, de las Naciones Unidas).“Consideramos interesante las tierras agrícolas ya que se superponen con temas sustentables como el cambio climático, la alimentación segura y la seguridad alimentaria”, señaló René van der Kieft, presidente de Pensionfonds PostNL.
“La inversión se ajusta a la 'Acción por el Clima’, uno de los ODS, pero también con otros como 'Vida Submarina', 'Agua Limpia y Saneamiento', 'Producción y Consumo Responsables'. Nos entrega una oportunidad ideal para combinar muchos ODS.”El fondo de pensiones holandés, como muchos otros inversionistas institucionales, está, por el momento, centrado en adquirir tierras agrícolas en zonas geográficas “seguras para los negocios” de América del Norte, Europa, Oceanía y América del Sur. Pero esto podría cambiar.
En realidad, los fondos de capital privado ya están canalizando importantes volúmenes de dinero de los fondos de pensiones hacia compañías que operan fincas en África y Asia, frecuentemente con el respaldo de los bancos para el desarrollo.
La administradora de fondos de pensiones TIAA con sede en EUA, una de las fundadoras de los Principios para la Inversión Responsable en Tierras Agrícolas de Naciones Unidas [Principles for Responsible Farmland Investing] probablemente ha hecho más que ninguna otra compañía para promocionar la inversión en tierras agrícolas con el rótulo de “verde”.
Actualmente, TIAA administra un portafolio de casi un millón de hectáreas de tierras agrícolas en todo el mundo, con un valor de cerca de 8 mil millones de dólares, en representación de numerosos fondos de pensiones de Asia, América del Norte y Europa. Pero ha estado bajo la atención pública, en particular por sus negocios de tierras en la región de El Cerrado en Brasil, que están relacionados con el acaparamiento de tierras, la deforestación y la destrucción ambiental. Varias federaciones de universidades y asociaciones de académicos que tienen fondos de pensiones administrados por TIAA, recientemente han aprobado o presentado resoluciones condenando a TIAA por sus adquisiciones de tierras agrícolas.
TIAA respondió profundizando su apuesta por la etiqueta “verde”. En abril de 2020, Westchester, subsidiaria agrícola de TIAA, se unió a una decena de otros grandes inversionistas en tierras agrícolas para lanzar Leading Harvest, “la primera norma escalable para todo el sector industrial que allana el camino hacia una gestión sustentable universal de las tierras agrícolas”. Hasta ahora, este estándar está disponible sólo en EUA, pero como lo hizo notar TIAA, “puede ser adaptado para usarse fuera de Estados Unidos en el futuro”.
El objetivo aquí es definir un estándar global para la sustentabilidad que sea adecuado para las operaciones a gran escala de la agricultura industrializada, que TIAA y otros actores en las tierras agrícolas están comprando y desarrollando, pero que es suficientemente bueno para tranquilizar a la mayoría de los potenciales inversionistas y a los compradores de sus productos.
“Ha habido un gran esfuerzo para asegurar que este estándar cubra las necesidades de los inversionistas como la de los agricultores y los propietarios de la tierra,” señala Steve Bruere, presidente de Peoples Company, otra empresa estadounidense administradora de tierras agrícolas que también fundó Leading Harvest.
Los grandes actores de las tierras agrícolas también están presionando para que se acepte que la tierra y las grandes propiedades agrícolas en manos de las corporaciones sean el camino para que las corporaciones logren el objetivo de cero emisiones netas, y están invirtiendo fuertemente para cuantificar las emisiones que pueden ser reducidas o el carbón que puede ser retenido en el suelo dando algunos retoques a sus prácticas de agricultura industrializada.
“Han surgido muchas compañías que han puesto como objetivo ser ‘carbono neutrales’ para cierta fecha y una herramienta que ayuda con esto es invertir en bosques madereros y tierras agrícolas”, señala Martin Davies, director ejecutivo del grupo Westchester Group de TIAA. Su compañía contrató recientemente a una persona en el cargo de jefe de sustentabilidad para “apoyar la respuesta de Westchester ante la creciente demanda de los inversionistas por portafolios carbono neutrales, proporcionando soluciones escalables, naturales, que contrarresten el cambio climático mediante inversiones en tierras agrícolas".
Todo esto está íntimamente ligado a los avances de la digitalización de la agricultura. Los registros digitales de la tierra y las cantidades masivas de datos que las grandes compañías tecnológicas como Microsoft y Amazon están obteniendo de los campos de los agricultores, les facilita el trabajo a las compañías propietarias de tierras agrícolas para recorrer el planeta en busca de negocios de tierras agrícolas más rentables. También pueden usar tecnologías satelitales y drones para monitorear sus fincas a la distancia, asegurándose que los que operan sus fincas están cumpliendo con sus estándares y directivas.
En conjunto, los avances en la agricultura digital y las posibilidades de obtener créditos de carbono y presentarse ante el público como verdes, tienen el potencial de lograr que las explotaciones agrícolas transnacionales se hagan más rentables y, ciertamente, más atractivas para los inversionistas.
La tierra agrícola mundial, como les gusta repetir a los administradores de tierras agrícolas, es finita. Por lo tanto, mientras las corporaciones ocupen más de ellas habrá menos para los pequeños agricultores, los pueblos indígenas y las comunidades rurales. Estas personas ya están sobreviviendo en una reducida fracción de las tierras agrícolas del mundo y aún así, siguen produciendo la mayor parte del alimento mundial. En 2014 calculamos que la pequeña propiedad ocupaba menos de un cuarto de la tierra agrícola mundial. Los acaparadores corporativos de tierras agrícolas quieren que las personas crean que esto no es importante.
“No creo que haya nada especialmente notable en quién compra tierras agrícolas, si un comprador institucional es quien compra o la compra algún millonario o la compra el agricultor de al lado… va a ser usada de la misma manera al año siguiente y los dividendos de ese capital no están influidos para nada por quién es el propietario en un momento dado”, señala Bruce Sherrick, el director de TIAA Center for Farmland Research y miembro de la junta de Leading Harvest.Pero, definitivamente sí importa si la tierra está en manos de una corporación o de una comunidad de pequeños agricultores o de pequeños ganaderos. Las fincas pequeñas tienen una mayor biodiversidad y cobertura de árboles. Alimentan a su comunidad con alimentos sanos. Generan y distribuyen riqueza de manera local y justa, y crean comunidades dinámicas. También pueden, y a menudo lo hacen, practicar la agroecología sin insumos originados a partir de combustibles fósiles o de productos químicos.
Y, como concluye un reciente estudio global publicado en Nature, producen incluso rendimientos significativamente más altos que las grandes fincas de las corporaciones. Los pequeños agricultores, sin embargo, no ofrecen muchas oportunidades para que los fondos de pensiones o las familias multimillonarias obtengan ganancias.
Y éste es el corazón del problema. Quienes actualmente controlan los flujos financieros del mundo no son capaces de apoyar a los productores de alimentos y a los sistemas alimentarios —que pueden combatir la crisis climática o las muchas otras crisis que afectan a la alimentación y a la agricultura. Nuestro desafío es lograr que tanto las tierras agrícolas como el dinero no sigan en sus manos, tan pronto como podamos.
Fuente: GRAIN