Declaratoria: Encuentro Estatal Maíz Comunal de Oaxaca para el Mundo

En la ciudad de Oaxaca de Juárez, ciudad de la resistencia, los días 27 y 28 de septiembre de 2019, nos reunimos campesinas y campesinos indígenas del estado de Oaxaca en el Encuentro “Maíz Comunal de Oaxaca para el Mundo”, con la finalidad de reflexionar sobre las problemáticas que ha visibilizado el mal llamado “maíz mixe”, analizar las políticas públicas del actual gobierno hacia el campo mexicano, así como para proponer alternativas frente a las agresiones que sufren los maíces nativos y el campo mexicano.

Bajo el disfraz de la ciencia y el desarrollo, científicos norteamericanos cometieron del 2006 al 2015 una serie de agravios a comunidades indígenas mesoamericanas que desembocaron en la solicitud de patentar características genéticas derivadas del maíz olotón, que fue sustraído de la comunidad mixe de Totontepec y del cual se encuentra documentada su existencia desde la década de los 50’s del siglo pasado en Guatemala y México.

Vemos con preocupación que los ordenamientos internacionales a los que México está empujado a ratificar como el Protocolo de Nagoya sobre acceso a recursos genéticos y el Convenio de la Unión Internacional para la Protección a las Obtenciones Vegetales (UPOV 1991), al que lo obliga el nuevo Tratado comercial con Estados Unidos y Canadá (TMEC); son instrumentos que legitiman el despojo de los recursos genéticos bajo un supuesto reparto de beneficios por un lado y por el otro la criminalización del libre intercambio de semillas, para favorecer el interés de las empresas transnacionales, menospreciando el hecho de que el maíz es una creación mesoamericana que tardó miles de años en producirse y que ahora quieren apropiarse para lucrar.

Calificamos esta acción como un acto de biopiratería, y aseveramos que las Universidades de California – Davis y Wisconsin – Madison, al servicio de la empresa Mars Inc., no realizaron ningún descubrimiento, solo pretenden apropiarse de nuestros saberes ancestrales, mostrando un desconocimiento y menosprecio de la ciencia tradicional que actualmente en nuestras comunidades se expresa como costumbre.

La práctica de la milpa siempre ha contribuido a enfriar el planeta, el que hoy se enteren por medio de la tecnología que ha desarrollado la ciencia occidental de que el maíz olotón se alimenta del nitrógeno que capturan las bacterias que viven en el mucílago que segregan sus raíces, así como que podrían manipular esta cualidad para disminuir el uso de fertilizantes hechos a base de petróleo, no les da derecho a apropiarse de este conocimiento milenario que desde la perspectiva indígena debe seguir en manos de quienes trabajan la tierra para producir sus alimentos.

En relación a las políticas públicas que se están impulsando hacia el campo mexicano, vemos con desagrado que se utilizan políticas paternalistas con el disfraz del combate a la pobreza que están individualizando la entrega de recursos mínimos a los campesinos, propiciando con esto la desintegración del tejido comunitario, al mismo tiempo que asestan un golpe a los derechos colectivos de los pueblos indígenas; así mientras que se promete reconocer la libre determinación de los pueblos indígenas, en los hechos se imponen programas que en aras de la transformación destruyen la comunidad.

Vemos al programa “Sembrando vida” como la intención de dividir las tierras de uso común para sentar las bases de su futura privatización, mediante la erosión del tejido social propiciado por la toma de decisiones en pequeños grupos que ignoran la existencia de las asambleas comunitarias; asimismo lo vemos como el impulso al establecimiento de plantaciones comerciales que pretenden sustituir los espacios donde se siembra la milpa.

La importación creciente de maíz transgénico se está haciendo con el propósito de servir de alimento a los animales de las granjas que han trasladado de Estados Unidos a México, mismas que ya han ocasionado graves problemas de contaminación e incluso la aparición de enfermedades provocadas por el uso intensivo de antibióticos para la crianza de cerdos, pollos y bovinos en condiciones de hacinamiento.

México produce el maíz que necesita para comer, pero las políticas globales de ventajas comparativas pretenden que dejemos de producir nuestros propios alimentos. Mientras se exportan verduras, frutas y hortalizas que necesitan grandes cantidades de agua para su producción, importamos granos que son el alimento cotidiano de la mayoría de la población.

Los bancos de germoplasma que se han construido a base de las miles de colectas que se han realizado en los últimos años a través de ferias de semillas organizadas por el CIMMyT, el SNICS y el INIFAP entre otras instituciones y con la participación de investigadores sin ética profesional, solo han servido para concentrar la diversidad genética de nuestro país en manos de las empresas transnacionales.

La biotecnología, así como la agricultura digitalizada y robotizada no son la panacea para salvar del hambre al planeta, son falsas soluciones que solo pretenden concentrar la producción de alimentos en manos de cada vez menos empresas transnacionales que pretenden controlar nuestras vidas; por eso hacemos un llamado:

A las comunidades indígenas y campesinas a seguir practicando la comunalidad como una forma de vida, a sembrar las semillas propias y utilizar técnicas ancestrales y agroecológicas para la producción de sus alimentos. La libre determinación de nuestros pueblos solo será posible en la medida que hagamos posible la soberanía alimentaria. Para nuestros pueblos el ejercicio de la política va más allá de participar en una elección, llevémoslo a la práctica mediante la siembra de nuestras semillas y el consumo de los alimentos que de ellas provengan.

A la comunidad científica a que actúe con una ética de respeto a los saberes tradicionales y se ponga al servicio de los pueblos buscando soluciones a nuestros problemas; asimismo que cuando tengan la posibilidad de utilizar los conocimientos de frontera, los resultados de sus investigaciones y propuestas sean respetuosos de la naturaleza.

A los maestros oaxaqueños, a que utilicen el maíz como un elemento importante en la construcción de sus proyectos para la educación de las niñas, niños y jóvenes.

Al gobierno mexicano a dejar de simular que apoya al campo y dejar en manos de los indígenas y campesinos las decisiones para que produzcan sus propios alimentos.

El maíz comunal es una práctica es una forma de compartir, una forma de vida, en Oaxaca es guelaguetza del pueblo, no solo dinero y ganancia

Nos declaramos conservadores de las semillas que el planeta necesita para sortear los problemas que ya se están presentando y porque tenemos el propósito de conservar la vida.

El día de hoy entregamos nuestras semillas del maíz olotón, que se siembra en muchas comunidades de Oaxaca, así como de otros maíces y otras plantas a la Vía campesina, la organización campesina más importante del mundo para que por su conducto llegue a los campesinos interesados en sembrarla en sus respectivos países y no tengan la necesidad de comprarla a empresas transnacionales. Quedan bajo su resguardo para sembrarlas, hacerlas florecer y reproducirlas para adaptarlas a sus circunstancias.

Que las semillas sean libres para que florezcan pueblos libres.

¡Maíz comunal, tierra comunal.!
¡Semillas nativas no son mercancías!
¡Globalicemos la lucha, globalicemos la esperanza!

Oaxaca de Juárez, Oaxaca, México, a 28 de septiembre de 2019.

Fuente: Colectivo Oaxaqueño en Defensa de los Territorios

Temas: Biodiversidad agrícola, Defensa de los derechos de los pueblos y comunidades

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