De langostas y mafiosos: ¿qué compañías saquean los océanos?
Si a cualquiera se le pregunta por el nombre de una compañía procesadora de alimentos, es probable que la respuesta no incluya el de alguna corporación pesquera. ¿Cuántas personas han escuchado hablar de Red Chamber Group, el principal comercializador de camarón a nivel mundial? ¿O de Mowi, el mayor productor de salmón cultivado? Pero las grandes compañías pesqueras no son peces flacos. Dominan una industria global con un valor que está por sobre los 400 mil millones de dólares anuales, provee un 20% de la proteína animal a nivel global y emplea a 60 millones de personas.
Es necesario estar mucho muy alerta con estas compañías. Son los principales culpables de industrializar los océanos, lo que está diezmando completamente la vida marina silvestre del mundo. De un modo importante, son responsables de la destrucción de la pesca artesanal, del colapso de las reservas de peces y de la crisis de la contaminación del plástico en los océanos. También son importantes causantes del cambio climático. La industria obtiene sus ganancias de la explotación laboral, de los generosos subsidios gubernamentales y de una corrupción enorme. La mayor parte de esto lo hacen pasando desapercibidos, con poco escrutinio o atención pública. En un esfuerzo por entender estas corporaciones que operan con tanto sigilo, GRAIN revisó el perfil de las cien compañías pesqueras más grandes del mundo elaborado por Undercurrent News. En los párrafos siguientes, compartimos los principales puntos de nuestros hallazgos.
1) Un número pequeño de compañías domina el mercado global y la concentración
es cada vez mayor
Para una actividad económica, tan extendida geográficamente y en la que participan tantas personas, incluyendo a decenas de millones de pescadores artesanales, el nivel de concentración es en verdad impactante. Las utilidades totales de las 100 principales compañías durante 2019 fueron 108 mil millones de dólares, lo que corresponde más o menos a un cuarto del mercado global. Pero sólo diez compañías obtuvieron 44 mil millones de dólares (ver tabla), sin incluir las utilidades de las subsidiarias en las que son accionistas minoritarios. Tan sólo la compañía noruega Mowi controla 23% del mercado del salmón en el mundo.La industria ya está muy concentrada, pero no dejan de ocurrir nuevas adquisiciones y fusiones, y se espera que continúen ocurriendo. Las compañías pesqueras compiten de manera intensa (aunque igual fijan precios y hacen inversiones conjuntas), con muchas quiebras y peleas por expansiones y cuotas. La mayoría de las compañías e integran verticalmente —y controlan desde las naves de arrastre al procesamiento, y desde la producción de alimentos para peces a las granjas piscícolas.
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2) La mayoría de las corporaciones pesqueras tienen su sede en Europa, Japón, Estados Unidos
y China; sin embargo, la mayor parte de la captura se realiza en otros zonas
Por lejos, Japón lidera al grupo, seguido por EUA, España, Noruega y China. Resulta notorio que no haya compañías africanas o de las Islas del Pacífico en los primeros lugares, siendo que la mayoría de los principales operadores pesqueros del mundo pescan de manera muy activa en sus aguas. Los derechos de pesca pertenecientes a los países de África, Asia y América Latina son ahora equivalentes a una mercancía, objeto de negociaciones en los tratados de libre comercio, y con mecanismos de soborno encubiertos.
Las grandes pesqueras industriales por arrastre que están detrás de este caótico panorama, también son las principales beneficiarias de los subsidios gubernamentales, que en la actualidad alcanzan los 35 mil millones de dólares anuales, según la Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo. Cerca de 60% de este apoyo público está directamente relacionado con la sobrepesca, señala la UNCTAD.
3) La piscicultura —las granjas de peces— tiene un rápido desarrollo
La piscicultura, tanto mar adentro como en las costas, es el sector productor de alimentos de mayor crecimiento en el mundo, hace notar la revista Hakai. Y, como es de esperar, es un gran mecanismo de expansión para muchas de las corporaciones pesqueras más grandes. Más de 50% de las cien firmas principales, tiene operaciones de piscicultura. El salmón es probablemente el pez más cultivado entre los grandes actores, pero varias compañías japonesas también han comenzado a cultivar atún. En los planes de las grandes compañías de cultivo de peces, es altamente prioritario conseguir que los gobiernos les entreguen más licencias para expandir sus operaciones. Y en su búsqueda por ser más sustentables ambientalmente, es decir más rentables. También buscan nuevas tecnologías digitales de inteligencia artificial y otras que les permitan construir y operar granjas de peces mar adentro.
4) Los costos sociales y ambientales son enormes
La industria pesquera global genera, en forma masiva, contaminación y deshechos. De acuerdo al reciente documental de Netflix, La pesca insostenible [Seaspiracy] la pesca industrial es la principal fuente de basura plástica en los océanos, aunque muchas personas creen que proviene de los envases de champú, las bolsas de tiendas y las botellas de agua. La sobrepesca es cada vez mayor, especialmente para la producción de alimento para la piscicultura (harina y aceite de pescado). La mayor parte de ésta ocurre en aguas donde hay poco patrullaje o es fácil abusar, lo que destruye el sustento de las comunidades locales. En términos de cambio climático, según lo deja en claro el informe de Undercurrent News, las principales compañías aún no informan el alcance total de las emisiones de las que son responsables. Con todo esto, el costo ambiental debido a esta industria fue de 50 mil millones de dólares entre 2013 y 2019, según lo señala DeadLoss
5) Los crímenes son un lugar común
Resulta raro ver tanta mención de criminalidad y de escándalos sanitarios, laborales o medioambientales en las publicaciones de la industria. Los perfiles elaborados por Undercurrent News sobre las cien compañías principales, así como los informes relacionados, están repletos de ejemplos de fijación de precios, incendios de fábricas, brotes de enfermedades, crecimiento explosivo de algas, pérdida de peces, esclavitud, sobornos y fraude. En muchos casos, el tráfico de personas y la corrupción en la industria pesquera han sido parte de los titulares de prensa a nivel mundial gracias a valientes denunciantes. Esto es especialmente el caso en el Sudeste de Asia, el Pacífico y lugares de África. Aparte de algunos juicios espectaculares, como el que intenta investigar a fondo lo que hizo Samherji de Islandia en Namibia, no es mucho lo que está cambiando.
La pandemia global de Covid-19 empeoró la situación. La industria ha sido golpeada fuertemente por la crisis, en términos de pérdida de ventas, pérdida de capacidad de distribución o pérdida de trabajadores. Esto aumenta el intento por recuperarse, tomando atajos, en especial a través del salvavidas de los nuevos tratados de libre comercio que hoy son negociados y firmados.
6) Las ganancias son enormes
De acuerdo al reciente informe de The Guardian, la industria salmonera vende 20 mil millones de dólares al año y es “tremendamente rentable”. Solamente en Escocia, las operaciones de Mowi, “en un buen trimestre”, recolectan £58 millones (69 millones de dólares). Su utilidad neta global en 2019 fue la increíble suma de €476 millones (524 millones de dólares). No es de extrañar, entonces, que las empresas de capital privado estén tan profundamente involucradas en las compañías pesqueras – y vice versa (el director ejecutivo de Mowi, durante 20 años, renunció recientemente y se unió a una firma de capital privado dedicada principalmente a invertir en piscicultura. Su nuevo director ejecutivo viene de Deloitte). Los bancos también sienten una gran atracción por esta industria, como lo muestra un reciente informe de Greenpeace sobre el sector del atún, igualmente rentable.
¿Qué se debe hacer?
La Pesca Insostenible de Netflix atrajo mucha crítica, desde Madagascar a las Filipinas, por no incluir adecuadamente las perspectivas y realidades de las comunidades costeras. Y con razón. Después de todo, ellos dependen de la pesca para su sustento y la pesca artesanal es la base de la alimentación, la salud, ingresos y otros beneficios para las comunidades cercanas. Sin embargo, el consumo global de alimentos provenientes del mar se ha duplicado en los últimos cincuenta años y está claro que el sobreconsumo sin sentido que impulsa a este crecimiento —donde los tratados comerciales y las juntas directivas de las corporaciones son los culpables, no los consumidores individuales— tiene que parar.
También queda claro que si nos deshacemos de los incentivos a la pesca industrial, se aplican reglas antimonopolio y otras regulaciones y se protege de manera activa a los pescadores artesanales y a sus mercados, avanzaríamos un largo camino en la resolución de muchos de los problemas con los que ahora estamos lidiando. Se habla mucho de pesqueras sustentables, pero ¿quien confiaría en que una industria que ha hecho tanto daño a nuestro planeta, y demostrado tal desprecio por la fauna silvestre y la vida humana, llegue de un momento a otro a ser un buen protector de los recursos? ¿Sobre todo cuando el sistema de certificación también está sometido a los negocios fraudulentos?
Necesitamos apoyar activamente a los pescadores artesanales y a los trabajadores pesqueros en su lucha por la sobrevivencia. No son responsables del caos en que estamos, pero ciertamente pueden ser capaces de conducirnos para salir de esto.
Fuente: GRAIN