¿Y la soberanía alimentaria?
El origen de los problemas de escalada de precios de los productos alimentarios no hay que buscarlos en China o India, sino en el hecho de que empresas estadounidenses como Monsanto y Cargill, controlan hasta un 70 por ciento del mercado mundial de granos, lo que les permite especular para manipular los precios y lograr incrementar sus ganancias de manera exorbitante a consta del hambre del muchos pueblos
El año pasado, el mundo en general contempló con alarma una escalada de precios de los productos alimentarios en varios países del mundo: Egipto, Camerún, Senegal, Etiopia, Indonesia y Madagascar enfrentaron serios problemas y en algunos casos, como en Haití, los ciudadanos de esta nación se enfrentaron con las fuerzas del orden para buscar una solución al desabasto sufrido.
Especulación que ni las reuniones como la llevada a cabo en Roma por la FAO, y la cumbre en Japón del G–8 tratando de frenar el alza inmoderada de los precios han dado el resultado alguno.
En México, en los años iniciales de la entrada y puesta en marcha del modelo neoliberal, a principios de los 80, el gobierno mexicano lo impuso también en el campo, que por cierto ya había sido olvidado por los “gobiernos herederos de la Revolución”. De esta manera, los gobiernos neoliberales han terminado por poner a los productores agrícolas ante situaciones desesperadas. La falta de apoyos económicos, las modificaciones salinistas al artículo 27 de constitucional y la entrada del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), afectaron severamente la organización y la producción en el sector rural lo que ha terminado por llevar a los productores a abandonar el campo y emigrar masivamente hacia Estados Unidos.
El entreguismo de los presidentes “del cambio” a los intereses de las transnacionales vinculadas a los alimentos, ha sido otro factor de desaliento a los productores del campo mexicano, que difícilmente esperan del gobierno o de las organizaciones oficiales alguna política que permita resolver sus problemas. Las palabras de Felipe Calderón, por ejemplo, dejan muy claros los intereses a los que sirve el “presidente del empleo”: “No podemos culpar a los países desarrollados de la alza de los alimentos”, dijo Calderón y anunció además que su “política agraria” y las últimas medidas tomadas por su gobierno (facilitar las importaciones de granos) podrían supera la carestía alimentaría en el país. Los resultadosobtenidos muestran nuevamente su incompetencia.
En realidad la “preocupación” de las autoridades del país, ya sean federales, estatales y municipales, podrán servir para alcanzar un “crecimiento y desarrollo neoliberal”, más no nacional. Es decir, el gobierno actúa de manera facciosa a favor de los intereses del capital transnacional que de lograr un verdadero impulso al campo mexicano. Pero no hay secretos, desde principios de los años 80 los gobiernos de México han renunciado al viejo anhelo nacional de lograr en algún momento la “soberanía alimentaría”, anhelo que es ya mera utopía, en el sentido de inalcanzable.