Venezuela: "Este ministerio nació para la revolución agraria"
Con Antonio Albarrán, ministro de Agricultura y Tierras: "Al igual que en los siglos XIX y XX, la Ley de tierras fue la que precipitó el golpe de Estado del 11 de abril. Esa ley tocó los intereses trasnacionales, porque solamente en el estado de Apure la corona del Reino Unido es dueña de 300 mil hectáreas, que ahora se las estamos quitando"
Tiene 42 años y dos hijas. Recibió a Rel-UITA en el restorán de un hotel céntrico donde se hospeda cuando “llega” a Caracas. “Soy del monte –dice–. Ahorita encontré el sistema: estoy en la capital tres días por semana, y el resto me voy por ahí, con la gente. Vivo en el interior, y el ajetreo caraqueño me desajusta un poco”. Antes de empezar, Albarrán anuncia que hablará como revolucionario.
Hijo de campesinos, cultivó papas y hortalizas hasta los 18 años cuando se instaló en Mérida para ingresar a la Universidad. Desde entonces es un militante político, primero estudiantil y después partidario. Dicen que es holístico, pero lo que demostró ser es un apasionado de la historia de su país. Durante la primera parte de la entrevista Albarrán impartió un cursillo acelerado de historia venezolana señalando hechos y fechas culminantes, cuya influencia llega hasta la actualidad. Albarrán hace una decodificación del presente –y de la acción del presidente Hugo Chávez– en clave de historia, más precisamente de gesta bolivariana.
Según lo que este modesto y atribulado alumno pudo retener, el ministro piensa que el primer asesinato político del siglo XIX en Venezuela ocurrió el 4 de julio de 1830, cuando mataron al mariscal Sucre, el único y verdadero relevo de Simón Bolívar. Apenas seis meses después moría el propio Bolívar, solo, enfermo, y convencido de haber “arado en el mar”. La gesta libertadora que había comenzado hacía 25 años fue traicionada por varios que rápidamente se transformaron en ricos latifundistas, y algunos de ellos hasta murieron en Nueva York señalando un camino que, según Albarrán, seguiría puntillosamente la oligarquía venezolana. “El imperio se dio cuenta de que para derrotar a Bolívar había que matar a Sucre y comprar a Páez y a Santander en Colombia. ¡Detuvieron la historia en 1830!” –exclama el Ministro–.
El propio presidente Chávez hace la misma interpretación de las consecuencias de esos hechos: “Luego (de las muertes de Sucre y Bolívar) vino el frío, se congeló todo; y luego, la resurrección, aquí estamos nosotros en la misma larga batalla”.*
Alejandro Zamora, edecán de Bolívar, murió el 23 de junio de 1823 en la batalla de Carabobo. Su hijo Ezequiel tenía entonces 4 años de edad, y tres décadas después lideraría un intento de devolverle sus tierras a los campesinos, atropellados por los nuevos latifundistas criollos. El 10 de diciembre de 1859 ganó de forma brillante la batalla de Santa Inés, pero apenas el 10 de enero de 1860 lo asesinó un sicario en San Martín de Cojedes. “Allí es donde sigue estando la referencia más importante del latifundio venezolano. Son las mismas familias, los mismos intereses que provienen y perduran desde esa época”, explica Albarrán.
Desde entonces la vida política, económica, social y cultural venezolana ha marchado al paso de estos centros de poder, “y quizás con excepción de Pérez Jiménez –dice el ministro– atravesamos el resto del siglo XIX y todo el XX bajo los signos de la traición, la corrupción y la represión. En los últimos 50 años, el COPEI y Acción Democrática (AD) alternaron en el gobierno sin interrupciones ni verdadera alternancia. Teodoro Petkof, Pompeyo Márquez y Douglas Bravo desarrollaron la lucha guerrillera. Los dos primeros terminaron traicionando y formaron una izquierda acomodaticia que dejó de plantearse la revolución. En el período 93-98 fueron los ministros estrella de Rafael Caldera. Hubo otros que siguieron coherentes, como Douglas Bravo. Yo soy una cosecha de ese trabajo”.
-¿Todo se explica por la historia?
-Creo que tenemos que estudiar este proceso porque fueron venezolanos quienes lo comenzaron. Hay un campo energético que vuelve a atraer a los latinoamericanos. Hay que prepararse profundizando el trabajo ideológico, diciendo las verdades con una ideología netamente subversiva. Porque estos señores, del 58 al 98 transformaron las universidades que eran combativas y ahora son gringas, de derecha. La juventud formada en esa matriz tiene como héroes al Pato Donald y a Walt Disney. El trabajo de recuperación del proceso histórico es ahora, y no podemos ir con medias tintas. Desde el Ministerio, desde el punto de vista de la agricultura, tengo que atacar a las trasnacionales de la alimentación, si no soy uno más que hago el saludo a la bandera. Profundizar la revolución es atacarlas, porque en estos años tomaron el poder. El Ministerio tiene que hacer el acompañamiento ideológico de esa lucha, yendo a los estados, explicando por qué en un país rico como el nuestro, con 30 millones de hectáreas, agua, flora, fauna y semillas se importa el 70 por ciento de los alimentos que se consumen. La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela adoptada el 15 de diciembre de 1999 contiene tres artículos que guían nuestra tarea.
-¿Cuáles son?
-El 305 es subversivo. Dice que tenemos que promover la agricultura sustentable como base estratégica. Si nos remontamos a Zamora ya encontramos esta estrategia. En el siglo XX eso se traicionó, pero ahora lo retomamos. El 306 dice que el Estado promoverá las políticas sociales necesarias para el desarrollo rural integral, casas, escuelas, etc. El 307 dice que “El latifundio es contrario al interés social”. El que no dé la pelea es porque no quiere. De las 49 leyes habilitantes que articulan lo que consagra la Constitución nació la “Ley de tierras y desarrollo agrario”. Provocativamente, el comandante la promulgó el 10 de diciembre de 2001 en el pueblo donde Zamora ganó la batalla de Santa Inés de Barinas. Esa tarde organizamos el evento en el mismo sitio donde ocurrió la batalla. Es histórico. Allí se aprobaron también las demás leyes habilitantes. Pero al igual que en los siglos XIX y XX, la Ley de tierras fue la que precipitó el golpe de Estado del 11 de abril. Esa ley tocó los intereses trasnacionales, porque solamente en el estado de Apure la corona del Reino Unido es dueña de 300 mil hectáreas, que ahora se las estamos quitando. Este Ministerio de Agricultura y Tierras se fundó a principio de 2002, y nació con tres organismos adscriptos: la Corporación Venezolana Agraria (CVA) se crea para ejecutar el artículo 305 que reclama “promover la agricultura sustentable”; el Instituto de Desarrollo Rural (INDER) pretende materializar el 306: “El Estado promoverá las condiciones necesarias...”; y el Instituto Nacional de Tierras (INTI) para materializar el 307: “El latifundio es contrario al interés social...”. El Ministerio nació para la revolución agraria. Estos eran tres tanques para profundizar el pensamiento de Zamora. Pero el golpe de Estado de abril de 2002 iba contra este Ministerio. En diciembre de 2002 ocurrió el paro petrolero y agroalimentario. Eso frenó momentáneamente la progresión de la revolución agraria. Yo reivindico a los traicionados por Páez. Durante los 40 años que usufructuaron el poder en mi estado los “adecos” tomaron tierras para extraer la madera. Cerca de 31 mil hectáreas de puros samanes y cedros fueron depredadas. Esa madera se fue del país y nos dejaron los caños (ndr: cañadas) taponeados, canales que se secaron, desviaron cauces de ríos. Esos pequeñoburgueses metidos a latifundistas empobrecieron la tierra, mataron al campesino y lo mandaron a engrosar los barrios de Caracas. En el campo tenemos apenas 2,3 millones de habitantes. Es poquísima gente.
-¿Cómo se ha desarrollado esta política agraria revolucionaria?
-El 2002 fue un año boicoteado, con paro petrolero y demás. Yo soy del monte, estoy lunes, martes y miércoles aquí y el resto de la semana con ellos, con la gente. Rompí esquemas con eso, sobre todo en la guerra contra el latifundio. Entré aquí “pistola en mano”. Nos han disparado y han matado compañeros saliendo de las oficinas del INTI. Tenemos 138 campesinos asesinados desde que se promulgó la Ley de tierras en 2001. En lo que me es personal, además de un atentado que sufrí en 2002, recibí llamadas en las que demostraban conocer mis movimientos. Hace poco le vaciaron un cargador a un compañero llamado Braulio Alvarez. Esta es una guerra de baja intensidad.
-¿Cómo se concreta esa lucha contra el latifundio?
-Soy ministro desde enero de 2005, y además hace 15 días he asumido provisoriamente la dirección del Instituto de Tierras. A partir de 2005 estamos retomando nuestros planes. Hasta el momento llevamos censadas más de 2.434.000 hectáreas improductivas en 451 predios de tierras privadas y fiscales denunciadas por los campesinos. Tenemos pensado entregar este año 1.660.000 hectáreas con un cronograma que el Presidente nos aprobó. Estamos reorientando la acción porque en 2002, cuando empezamos la lucha, las instituciones no estaban sincronizadas. Hoy tengo reunión con Elías Jagua (Ministro de Economía Popular) para entregar estas tierras, que tienen que ir con acompañamiento simultáneo de asistencia técnica y financiera. Este año hemos entregado 107 cartas agrarias por un total de 6.154 hectáreas para crear asentamientos endógenos. Son declaratorias de permanencia para personas que están viviendo allí desde hace muchos años y a quienes nunca les habían dado un papel de propiedad. En esos fundos estamos elaborando proyectos agroproductivos. Fue un error no hacerlo antes de 2002. Tenemos 138 muertos silenciosos. El Presidente me dio el espaldarazo y el martes 19 de julio hicimos un taller con las principales autoridades del país.
-¿Qué política implementará con respecto a los agrotóxicos y la agricultura sustentable?
-Por principios y porque creo en eso, tenemos que ir a los controles biológicos. Y por sentido político: Agroisleña, Monsanto, son las grandes trasnacionales de los agroquímicos y las semillas transgénicas. Uno de los siete objetivos estratégicos apunta a crear un plan nacional de semillas y semovientes. Estamos hablando de las semillas que tienen los campesinos, nuestras semillas originarias o las adaptadas en décadas de selección.
-En Venezuela se consume mucho maíz. ¿Ha ingresado el transgénico?
-Debo serte sincero: no sabemos si entró o no entró porque aquí no había un control fitosanitario serio. Estoy haciendo un recorrido por los estados intentando crear conciencia porque cuando hable de los transgénicos los campesinos tienen que saber de qué hablo. Hemos iniciado un ciclo de 24 Consejos Agropecuarios Regionales a lo largo de todo el país en los cuales montaremos siete mesas de trabajo, una por cada objetivo estratégico.
-¿Cuál es la situación de las organizaciones campesinas?
-Están atomizadas. Hay organización entre ellas, pero hay muchas dispersas y nosotros queremos poner el granito de arena para buscar su unidad y darles las herramientas. Los líderes tenemos mucha responsabilidad en esto. Debemos enseñarles cómo se usa la Ley de tierras y todo lo que les concierne. Cuando ese carrito prenda, rueda solo.
-Usted dice que la población rural es escasa. ¿Cómo harán para poblar el campo y producir?
-Hay que volver al campo. Yo estaba en Barinas y viví del campo, me fui a Mérida a estudiar, pero fui con otra mentalidad. Mi familia es de los Andes venezolanos y mi mamá es llanera. Muchos de los expulsados del campo viven en los barrios de Caracas, pero ellos no van a volver porque perdieron las raíces. Bienvenido el que quiera volver, pero lo importante es que los que están se queden allí y se reproduzcan.
Siete lineamientos básicos
Propósitos jerarquizados por el Ministerio de Agricultura y Tierras en el marco de “La nueva etapa” definida por el presidente Hugo Chávez en noviembre de 2004.
- Promover el manejo integrado de cuencas hidrográficas (recursos hídricos, forestales y suelos)
- Promover el diagnóstico de la infraestructura vial en cada localidad (incluye sistemas de riego)
- Planificar y ejecutar el rescate y regularización de las tierras.
- Promover el Plan Nacional de Semillas y Semovientes y fortalecer la sanidad agropecuaria en cada localidad.
- Diseñar la ejecución y seguimiento del Plan Nacional de Siembra y Producción, incluyendo el financiamiento, los insumos y el mercadeo.
- Promover el Plan Nacional de Consumo de Alimentos en el contexto de las necesidades humanas básicas de la población.
- Fortalecer institucionalmente el MAT y desarrollar sus talentos.
En Caracas, Carlos Amorín
En Uruguay exclusivo para Rel-UITA y Brecha
4 de agosto de 2005
SIREL # 1012
* Documento político “El nuevo mapa estratégico”, pág. 27. Recopilación de Marta Harnecker de las intervenciones de Hugo Chávez en el “Taller de Alto Nivel”; noviembre de 2004.