Uruguay: El glifosato ataca en Canelones

Idioma Español
País Uruguay

La zona que bordea la Laguna de los Cisnes se llama Paraje Piedra del Toro. Es una zona rural al norte de Salinas, Canelones, que, como otras localidades del Uruguay, sufrió y sufre las consecuencias de la fumigación sobre los campos de soja transgénica.

“La población mundial crece y hay que alimentarla”, o “Los recursos naturales son limitados”. Estas son algunas de las premisas que utiliza la industria y la llamada revolución verde para explicar el crecimiento acelerado de un modelo productivo que coloca a Uruguay como uno de los principales productores de soja transgénica. A tal punto que si la producción de soja disminuye, los ingresos del país también, porque una de las principales fuentes de recursos está en su exportación.

El informe sobre comercio exterior de agosto pasado del Instituto Uruguay XXI determinó que los ingresos de exportaciones descendieron por “la fuerte caída en las ventas de soja (59%). Esta caída se explica por los menores precios y por la menor proporción de soja de la segunda zafra 2013/2014 con relación a la anterior”.

Hay una tendencia a creer que la biotecnología y la transgénesis van a paliar los problemas de hambre en el mundo y escasez de recursos. “Es parte del eslogan que utiliza la industria, porque si creás una planta genéticamente modificada, podés ser dueño de esa planta, podes tener una patente de propiedad intelectual”, dijo el bioquímico Pablo Galeano a SdR. Esto para la empresa se transforma en una herramienta jurídica para reclamar el pago de royalties.

Mon – santo remedio. La transnacional Monsanto es la empresa que tiene propiedad intelectual sobre la semillas de soja transgénica y también sobre el glifosato, un potente herbicida. Galeano explica que “el glifosato es una molécula que se decía y se dice que es biodegradable y bastante inocua, pero hay estudios recientes que muestran graves problemas con él. Por ejemplo: en experimentos con anfibios hay problemas de deformación fetal y en mamíferos deformaciones placentarias. No es una molécula inocua, tiene sus consecuencias y estamos usando millones de toneladas”.

Las importaciones de agrotóxicos entre 2000 y 2011 se multiplicaron por 4,9. En el año 2000 se importaron 3.783 toneladas de principios activos, mientras que en 2011 se importaron 18.584. Dentro de los herbicidas, lo que más se importó fue glifosato. Así lo determinó un estudio de la Dirección General de Servicios Agrícolas del Ministerio de Ganadería Agricultura y Pesca.

Con este plaguicida ocurre lo que se da con los remedios: si se abusa de ellos, el organismo se hace inmune y el efecto ya no es el mismo. Con la soja pasó algo similar, se hizo tolerante al glifosato y ya no mata ciertas hierbas ni malezas. Actualmente “se está utilizando un cóctel de glifosato con 2-4D, un herbicida mucho más tóxico”, destacó Galeano.

De aquí la inminente necesidad de Monsanto, Bayer, Syngenta, Basf (empresas que manejan la biotecnología a nivel de cultivos) en aplicar conocimiento e invertir en tecnología para desarrollar nuevos productos que se adapten a la nueva generación de plantas.

Dejaron precedente. El lugar se llama Paraje Piedra del Toro, en Canelones, que bordea la Laguna de los Cisnes. Es una zona rural al norte de Salinas que, como otras localidades del Uruguay sufrió, y sufre las consecuencias de la aplicación de agroquímicos sobre los campos de soja.

Un domingo al mediodía inicié la caminata hacia la laguna guiada por Juan Chiarino, vecino de la zona. Un repechito antecede la tierra que le abrió las puertas a la soja transgénica en 2012. Estaba ahí, a pocos metros del agua.

Mientras armaba un tabaco y con una calma que parecía acompañarlo, Juan me contó que la soja transgénica es una planta muy adaptada porque no se necesita laborar la tierra para su cultivo. Se trabaja mediante siembra directa, se aplica glifosato para dejar el campo pelado y con una máquina se van haciendo surcos donde va la semilla con el fertilizante. El problema de este cultivo es que necesita un paquete de agroquímicos para su crecimiento y el glifosato es el compañero fiel de esta oleaginosa.

En Paraje Piedra del Toro la última zafra de soja tuvo lugar en el 2013. La oleaginosa rozó los jardines de algunas casas y llegó a la vera de la laguna. Su productor, Juan Garino (padre del diputado Colorado, Juan Manuel Garino), no contempló la reglamentación del Ministerio de Ganadería Agricultura y Pesca (MGAP) que “prohíbe realizar aplicaciones terrestres mecanizadas en cultivos extensivos (cereales, oleaginosos y forrajeras) a una distancia inferior a 300 metros de cualquier zona urbana o suburbana y centro poblado”.

Diarreas, vómitos, alergias, afecciones respiratorias y fuertes dolores de cabeza fueron algunos de los síntomas que manifestaron los vecinos del lugar tras las fumigaciones. Además, hubo un cambio en la biodiversidad, aves que emigraron y otras murieron al igual que animales acuáticos.

La reina del lugar. Una cadena se enroscaba entre las dos hojas de una portera de hierro que daba paso a la Laguna de los Cisnes. El escenario es cautivante, sentí como si la tierra sobre la que estaba parada fuera una isla y ese cauce un gran océano. Esta laguna abastece de agua a casi toda la Costa de Oro, cerca de 120 mil personas consumidoras.

Juan me explica que el terreno donde se planta la soja está en una zona alta, no así la laguna. El mayor problema al que se enfrentan es que “cuando llueve el agua arrastra las sustancias químicas de los agrotóxicos hacia la laguna, lo que hace explotar una población de algas que en su estado natural tendrían que tener 10 centímetros pero ahora crecieron muchísimo. Esto está generando superpoblación de algas que luego se pudren y es de allí que se toma el agua que será potable”.

Ante este panorama, algunos vecinos decidieron aunar fuerzas y denunciar las irregularidades. Recurrieron a OSE, Intendencia de Canelones, MGAP, Ministerio de Salud Pública (MSP) y Dirección Nacional de Medio Ambiente (DINAMA).

Si bien algunas autoridades se mostraron más reticentes, otras acompañaron y tomaron consciencia sobre lo que estaba ocurriendo. De hecho, con la colaboración de la Dra. Adriana Pisani de la División de Salud Ambiental y Ocupacional del MSP -contaminada por un evento de fumigación en Laguna de los Cisnes- se consiguió abrir un expediente y sancionar con 1000 unidades reajustables al productor.

Hoy, Juan Garino, el productor multado, está plantando trébol. Los vecinos creen que por el momento la producción de soja se dejó a un lado por la campaña electoral y por el puesto político que tiene su hijo dentro del Partido Colorado. Pero otros vecinos, como Jaqueline, no quieren que se fumigue más. Para ella la regulación sobre las distancias respecto a los centros poblados es algo simbólico, porque el viento barre y traslada lo que se aplicó en ese campo.

Fuente: LICCOM

Temas: Agrotóxicos

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