Un G8 sobre agricultura sin campesinos = más hambre y pobreza
La primera reunión del G8 sobre agricultura que terminó ayer en Cison di Valmarino produjo una declaración final que no solamente admite sus propios fallos en el pasado, sino que prevé un futuro lleno de contradicciones. El G8 no podrá nunca aliviar el hambre en el mundo tomando decisiones a puerta cerrada, en ausencia de los actores principales del debate mundial sobre agricultura- los millones de campesinos y familias de agricultores, hombres y mujeres, que alimentan al mundo.
La afirmación del G8 de que “los campesinos tienen que ser los principales protagonistas” suena particularmente vacía cuando la reunión de este fin de semana fue explícitamente planificada para limitar el acceso de las organizaciones campesinas y reducir su visibilidad. El G8 realizó el encuentro en un castillo aislado en las montañas, y el ministro de Agricultura italiano rechazó reunirse con representantes de las organizaciones de la societad civil italianas e internacionales que querían expresar sus opinions.
El texto finalmente producido por el G8 es extremadamente contradictorio. Aunque reconoce el rol de los productores de alimentos y la crisis que afecta a las áreas rurales, falla al definir una estrategia real que pudiera aliviar la crisis. La declaración por una parte habla de poner “la agricultura y el desarrollo rural... en el centro del crecimiento económico al reforzar el papel de la agricultura familiar y los pequeños agricultores y su acceso a la tierra”, y por otra parte habla de “alcanzar una conclusión equilibrada, global y ambiciosa de la Ronda de Doha”, dos políticas que son incompatibles- la OMC ha mostrado repetidamente que tiene efectos catastróficos en la agricultura campesina porque liberaliza los mercados agrícolas y privatiza los recursos naturales.
La declaración también apoya la propuesta de creación de la Alianza Mundial para la Agricultura y la Alimentación, reconociendo al mismo tiempo el papel central de la FAO — dos posiciones que no pueden reconciliarse. Las instituciones existentes de la ONU deberán estar en el centro de la solución de la crisis actual, no el Banco Mundial y el FMI representados por la Alianza Mundial.
Además de la naturaleza contradictoria de la declaración, el G8 por lo menos admitió algo que ha sido absolutamente obvio para el resto del mundo durante muchos años- que el mundo ha fracasado totalmente en sus intentos para reducir a la mitad la proporción de hambrientos en el mundo para el 2015, en correspondencia con las metas del Milenio. Son precisamente las políticas del G8, impuestas a los países del sur, las que son responsables.
Cualquier política verdadera para poner en el centro a los campesinos, las campesinas y la agricultura sostenible rechazaría la agenda de libre comercio y la alianza mundial y permitiría a los estados proteger los derechos de sus pueblos a trabajar y a alimentarse. Los campesinos y las campesinas, que representan cerca de la mitad de la población activa del mundo, son los primeros en ser afectados por el hambre y la desnutrición
Representantes del movimiento internacional de campesinos de la Vía Campesina se reunieron en Treviso este fin de semana para hacer oír sus alternativas. Sus demandas son sencillas- permitir a los pueblos y países que definan y protejan sus propios sistemas agrícolas, sin afectar negativamente a los demás. Transformar el modelo agro-exportador en el norte y en el sur en otro basado en la producción local sostenible, basado en la agricultura familiar. Al hablar en el seminario organizado por la Plataforma Italiana para la Soberanía Alimentaria, Ibrahim Coulibaly, presidente del CNOP (Comité Nacional de Organizaciones Campesinas) de Malí dijo muy claramente: “Africa puede alimentarse a sí misma, no necesita de políticas agrícolas impuestas por un grupo ilegítimo de países ricos.... ¡el papel del G8 no es decidir la política agrícola internacional!”
Fuente: Vía Campesina