Tambalea Kekén, el gigante porcícola en Yucatán
Acumula denuncias ante la Profepa, Semarnat y Secretaría de Desarrollo Sustentable por contaminación de tierras y aguas en el municipio de Kinchil.
Bajo la figura de “denuncia popular”, presentada ante la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), ambas del Gobierno Federal, y la Secretaría de Desarrollo Sustentable del Gobierno de Yucatán, habitantes del municipio de Kinchil y otras localidades cercanas a esta localidad pidieron a estas autoridades realizar en la comunidad mencionada una inspección para revisar los mecanismos con los que supuestamente remedia las aguas residuales y el grado de contaminación que ya ha afectado a gran parte de las tierras y agua que circundan la granja.
Entre las quejas que han aportado los habitantes se enlistan el despojo de tierras, incumplimiento por parte de la empresa al derecho a la consulta popular cuando se trata de realizar una obra en un territorio indígena, derribe de zonas forestales en reservas de palo de tinte y desaparición de enjambres de abejas a causa de las aguas negras que han formado una poza extensa con los desechos de aguas residuales con contenido de desechos orgánicos de cerdos.
Aguas negras al ambiente
Aunque las operaciones de la granja porcina en Kinchil en alianza con el grupo Kúo, iniciaron en el 2010, ahora con los planes de expansión de la empresa Kekén con cuatro granjas más a instalarse en la zona arbolada del municipio de Kinchil se prendieron las alertas sanitarias “pues si ya con las instalaciones que operan, la contaminación ha afectado una superficie de 3 mil hectáreas, con las que entrarán en funcionamiento, no solo van a arrasar con la vegetación y las fuentes de trabajo de los habitantes mayas, sino que prácticamente van a desaparecer el agua de uso diario”, advirtió Carlos Yamá Ventura.
“Somos parte del recién creado Consejo Maya del Poniente Chik’in ja’, donde estamos incluidos ejidatarios de Kinchil, de Celestún y de varias localidades cercanas a la zona de impacto de reservas verdes consideradas de alta fragilidad por el suelos kárstico (calizo) y las fuentes de agua subterránea a donde irremediablemente van a parar los desechos de la granja” explicó Yamá Ventura.
“Desde el inicio de operaciones de Kekén notamos una baja en la población de abejas y de las cosechas de miel y también hemos perdido ganado, por lo que decidimos recorrer la selva baja encontrando la formación de lagunas y pantanos de aguas negras con desechos de los cerdos”, dijo.
Apiarios en la inmundicia
Al menos 16 apiarios de los que sobrevivían decenas de familias de Kinchil, se encuentran “rodeados” de aguas negras, no hemos podido ingresar ante el grave desequilibrio ambiental que se ve y se respira en la zona”, agregó al tiempo de señalar que hay un avance importante en la deforestación de la selva.
La granja pone en riesgo los recursos naturales de la zona poniente del estado, principalmente el agua, así como actividades productivas como la apicultura y la ganadería.
Contaminación en Celestún
Alberto Rodríguez Pisté, miembro también de Chik’in ja’ aseguró que el vertedero de aguas negras y residuos fecales de cerdos, no solo ha afectado la flora y fauna del sitio, ya que durante el recorrido que los campesinos hicieron por la selva pudieron observar un sistema de tuberías se descarga sin tratamiento, mismas que desprenden olores putrefactos y que forma lagunas de aguas negras.
“Esta enorme laguna se ubica a siete kilómetros del cárcamo de agua potable de Celestún”, por lo que consideró que el agua para uso diario de los habitantes de Celestún podría tener algún grado de contaminación y por lo tanto en riesgo la salud de los pobladores y de los habitantes de pueblos cercanos”, alertó.
El vertedero que tiene la granja se sitúa a una distancia de riesgo para uno de los cenotes más importantes para el abasto de agua de la comunidad de Kinchil conocido como Yax hek.
Ayuda jurídica
“Consideramos que ha habido graves violaciones a los derechos de los pueblos indígenas, ya que el pueblo de Kinchil por pertenecer a la etnia maya, tiene como principal garantía de supervivencia el derecho a decidir en el caso que en sus comunidades se quiera construir una obra o edificar un proyecto que pudiera poner en riesgo su naturaleza de pueblo originario”, explicó el abogado Orbelín Montiel Cortés, integrante de la organización civil “Indignación” que ha prestado asesoría jurídica a varias agrupaciones de ejidatarios mayas.
Explicó que la figura de “denuncia popular” que se ha usado pocas veces en Yucatán, es el instrumento de participación social, a través del cual la autoridad tendrá conocimiento de actos, hechos y omisiones que impliquen desequilibrios ecológicos o daños al ambiente.
En el caso de la Granja de Kekén en Kinchil dijo no ha sido explicada la forma cómo obtuvieron los permisos, las manifestaciones de impacto ambiental y todos los protocolos relacionados con su funcionamiento ni en el 2010 ni ahora en el 2019 cuando pretenden expandir sus actividades.
Acabamos de entregar esta denuncia a las instancias federales y estatales principalmente a la Profepa y de acuerdo con la ley, tiene hasta 90 días para que se hagan las inspecciones y se levanten las muestras que están solicitando los ejidatarios para determinar el grado de daño ambiental y en caso de resultar procedente será la propia Profepa, quien realice las denuncias correspondientes ante la fiscalía federal.
Surge Chik’in ja’
Inspirados en la lucha que en el 2017 emprendieron Ka´anan Ts´onot “Los Guardianes del Anillo de Cenotes” precisamente contra el establecimiento de una mega granja porcina con producción de 50 mil crías al año, en el municipio yucateco de Homún, ahora son los ejidatario de Kinchil que bajo la organización del Consejo Maya del Poniente Chik’in ja’ levantan la voz contra el monopolio porcino de la Península.
Carmen Ventura madre de familia de Kinchil, dijo que fueron los habitantes de Homún y su lucha legal contra la empresa productora de carne de cerdo, quienes les mostraron el camino para frenar la contaminación y devastación de las zonas mayas que aún conserva la entidad.
Sabemos que en Homún, por órdenes de un juez federal, están detenidas las actividades de la mega granja porcina, aunque aún no ha terminado el litigio, somos un pueblo maya que está haciendo uso de la ley y de sus derechos para conservar el medio ambiente sano que queremos para nuestros hijos, dijo la mujer.