Suplemento Ojarasca N° 165
Vigilantes de la Tierra. De su suelo, sus aguas. Del patrimonio intangible construido en siglos de practicar un humanismo comunal y solidario sin lucro ni más ambición que seguir cultivando y tripulando el planeta en su viaje sideral, durante el tiempo vital en que a cada generación le es dado para el cuidado y utilización racional de la Tierra, que para los pueblos indígenas es sólo la herencia que dejaremos a los que vienen después.
Al diablo con el cuento de su primitivismo. ¿Quién dijo que sólo hay una forma de ser “moderno”, de ir al futuro? Hoy que se extiende, a veces con desesperación, la consigna de que otro mundo es posible, no pocos somos concientes de que la anhelada “novedad” reside precisamente en esos pueblos y tierras que el capitalismo lleva arrasando medio milenio, cada vez más atrapado en su propio e incontrolable corazón de tinieblas.