Soberanía alimentaria y globalización
"Durante las dos últimas décadas se aplicaron políticas neoliberales que están lejos de cumplir los compromisos adoptados sobre las necesidades de alimentación. Hambre y desnutrición son el resultado de excluir a millones de personas del acceso a bienes y recursos como tierras, bosques, mares, agua, semillas, tecnología y conocimiento".
Durante las dos últimas décadas se han aplicado políticas neoliberales tanto desde organismos multilaterales tales como el FMI, OMC y el BM, como desde muchos de los gobiernos del mundo. Y a pesar de ello, están muy lejos de haberse cumplido los compromisos adoptados para satisfacer las necesidades de alimentación de los pueblos. El derecho humano más elemental contenido en la Declaración Universal, el derecho a alimentarse, es letra muerta en muchos países del mundo.
Hoy sabemos que la sustentabilidad de los sistemas alimentarios no es una cuestión únicamente técnica. Al contrario, alcanzarla constituye un desafío que exige la más alta voluntad política de los Estados y resulta inviable en el contexto de la liberalización promovida desde la OMC y los organismos financieros internacionales.
El hambre y la desnutrición son el resultado de haber excluido a millones de personas del acceso a bienes y recursos productivos tales como la tierra, el bosque, el mar, el agua, las semillas, la tecnología y el conocimiento. Son, ante todo, consecuencia de las políticas económicas, agrícolas y comerciales a escala mundial, regional y nacional impuestas por los poderes de los países desarrollados, sus corporaciones transnacionales y sus aliados en el Tercer Mundo, en su afán de mantener y acrecentar su hegemonía política, económica, cultural y militar en el actual proceso de reestructuración económica global.
Señalemos algunos rasgos definitorios del contexto mundial agroalimentario en el que nos encontramos::
Aproximadamente 2.000 millones de personas padecen carencias alimentarias de proteínas, hierro, iodo, vitamina A y otras vitaminas. En nuestro mundo globalizado unos 826 millones de personas sufren el azote del hambre, de ellas 792 millones viven en países en vías de desarrollo y 34 millones en países industrializados.
Solo en América Latina más de 200.000 niños mueren anualmente, antes de cumplir los 5 años, por desnutrición y enfermedades que pueden ser fácilmente prevenidas o tratadas.
Están creciendo las desigualdades entre países ricos y pobres y también dentro de ellos. Hoy mas de 80 países tienen una renta per capita inferior a la de hace una década.
Se está globalizando la pobreza y la exclusión social: 2.800 millones de personas sobreviven hoy con menos de 2 dólares por día, y 1.200 millones de ellas disponen de menos de 1 dólar por día.
En el mundo de hoy el 20 % más rico de la población mundial controla el 86 % del PIB mundial y el 82 % de las exportaciones de bienes y servicios. El 20 % más pobre apenas opera sobre un 1 % del PIB y de las exportaciones.
El 70 % de las personas pobres en el mundo viven en zonas rurales y dependen casi totalmente de la agricultura y el desarrollo rural para su subsistencia. También se observa un rápido incremento del número y la proporción de habitantes de las zonas urbanas afectados por la pobreza, el hambre y la malnutrición. Prácticamente la mitad de la humanidad vive en el campo y en barrios urbanos marginales, con un poder adquisitivo insignificante.
Paradójicamente, durante los últimos diez años, se observa una tendencia decreciente de los presupuestos nacionales de los países en desarrollo y de los fondos de ayuda al desarrollo, directamente destinados a la agricultura, el desarrollo rural y la seguridad alimentaria.
Se está produciendo una masiva expulsión de comunidades campesinas e indígenas del cultivo de la tierra sin alternativa de medios de vida y de trabajo. No se aplica extensamente una verdadera Reforma Agraria integral, hay una creciente concentración de la propiedad de la tierra y se está eliminando progresivamente la cultura y la identidad campesina
Se hace caso omiso del hecho de que la diversidad biológica es la columna vertebral de los sistemas de producción animal, agrícola, forrajera, forestal y de acuicultura, y parte esencial del funcionamiento de la biosfera. Se saquea la naturaleza a través de la biopirateria.
Están en desarrollo unos sistemas de derechos de propiedad intelectual y de patentes que aumentan la escasez de material biológico necesario para la agricultura y, al mismo tiempo, se privatizan los materiales genéticos que dan origen a la vida y a la actividad campesina e indígena. El 95 % de las patentes alimentarías en el mundo provienen de solo siete países avanzados.
Está creciendo la agricultura transgénica que provoca una contaminación genética irreversible, desconociéndose sus impactos futuros sobre la salud animal y humana. Simultáneamente la globalización en manos de las corporaciones transnacionales está potenciando la fusión de las empresas productoras de semillas, de plaguicidas y de fármacos provocando un control creciente de la oferta alimentaria y de la salud mundial.
La creciente regulación de la producción agrícola y alimentaria mediante el libre cambio internacional, tiende a ajustar todos los precios agrarios a los del menor postor mundial, reduce la producción y el consumo e impide que desaparezca la pobreza y la desnutrición en el mundo.
Alexander Galindo Murcia
Ingeniero Agroecologo
UNAC – CAQUETA
se.oohay@ainozamaoceorga