“Soberanía alimentaria es darle de comer al pueblo”

Idioma Español
País Argentina

En diálogo con Janet Choque Gutierrez, promotora de género y militante de la rama rural del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE-Rural), hablamos sobre cuál es el rol de las productoras en la lucha campesina y acerca del trabajo que realizan todos los días en las quintas. Pensar la soberanía alimentaria desde una perspectiva de género.

“Creo que la soberanía alimentaria se trata de querer a la tierra, de cuidarnos, de producir alimentos sanos y tener el control de eso. De dar de comer a los pueblos, pensar en un mercado interno, llegar con precios justos y con calidad”, define Janet Choque Gutierrez, promotora de género y militante de la rama rural del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE-Rural) e hija de agricultores.  

En sus palabras, la lucha por la soberanía alimentaria, además de garantizar el alimento para el pueblo y el derecho a alimentos sanos y culturalmente apropiados, implica restituir el control de las semillas, las tierras y el agua a quienes producen, y con ello asegurar a les productores una vida digna. 

Esto refiere a los ejes principales de lucha del movimiento campesino: el derecho sobre los medios de producción y discusión de precios, un cambio en el modelo de producción que contemple el cuidado de la salud de la tierra, los alimentos y les productores, y la de-construcción del concepto de calidad de los alimentos que valorice la producción agroecológica. 

Según Janet es fundamental la discusión por la transición a un sistema de producción de alimentos sustentables y sanos: “Apoyamos fuertemente la producción agroecológica. Hay programas para compañeres que se capacitan para producir de esta manera y llegar a la población con unos productos sanos, nutritivos y obviamente que no tengan casi nada de agrotóxicos”, afirma. 

Asimismo, cuenta que las mujeres que trabajan en las quintas ocupan un rol fundamental que es principalmente el de cuidado de la tierra y de la producción. Los alimentos que producen son frutas y verduras que requieren de un seguimiento especial. “Este trabajo lo hacen las compañeras garantizando que no les falte agua, que no les falten nutrientes, desyuyando las plantas constantemente para que justamente crezcan fuertes, sanas y saludables”, precisa. 

Y agrega: “Desde el área de género del MTE Rural luchamos para que esas compañeras tengan el reconocimiento del trabajo que llevan día a día, en las quintas, en la producción y que sean valoradas”. Esto se relaciona con el hecho que su trabajo está sumamente invisibilizado, dado que son los varones quienes están arriba de los tractores, quienes llevan adelante la comercialización en los centros urbanos y quienes son la cara visible de la producción de alimentos. Además, son los que terminan teniendo el acceso a las parcelas de tierra para producción, lo que produce una gran dependencia económica por parte de las compañeras.

A la desigualdad de género se le suma la discriminación en los centros urbanos: “La mayoría de las compañeras que trabajamos en los cinturones hortícolas somos migrantes y ese es un punto muy importante porque nos llevamos la peor parte de la discriminación cuando por ejemplo vamos a los hospitales, cuando hacemos algún trámite porque por ahí hay compañeras que no se pueden expresar bien y sufrimos distintos tipos de discriminación”, denuncia Janet.

“Nos desacostumbramos a consumir productos de estación”

Les productores, campesines y pueblos originarios son quienes hoy garantizan el alimento a la mayor parte de la población. Lo que producen abastece en un 90% al mercado interno. Frente a la fuerte competencia con producciones a base de agrotóxicos y a las dificultades para tener acceso a la tierra y a espacios para la comercialización de sus productos a precios justos, las productoras juegan un rol especial en la discusión de la calidad de los alimentos que consumimos diariamente en las ciudades. 

“Las poblaciones de las ciudades, de los pueblos y de los barrios populares están muy acostumbradas a lo convencional, a tener un fruto bien bonito pero de sabor diferente. Los productos convencionales son los que son cultivados en invernadero es decir, que se han madurado a la fuerza con varios agrotóxicos. Nos desacostumbramos a consumir productos de estación”, sostiene Janet.

Por eso desde los movimientos campesinos y de la agricultura familiar ven necesario que vuelva a existir un vínculo entre quienes producen los alimentos y quienes los consumen y que surja un debate sobre qué tipo de alimentos queremos consumir y bajo qué lógicas de producción. “Las personas de las ciudades comenzaron a consumir esos productos que eran lindos pero que no importaba el gusto. Un tomate lindo, un zapallito bien brilloso, que quizá no eran sanos”, destaca Janet. 

Y añade: “Se ha perdido esa conexión con volver a producir de la misma semilla que sacamos. Nos acostumbramos a producir así por la misma competencia que hay en el mercado, porque si ves que hay tomates hermosos y tomates más o menos no compras estos últimos aunque los lindos no tengan gusto.”

Desde el MTE Rural se plantea que para cambiar las lógicas de producción debe existir una redistribución de los recursos que posibilitan la transición a la producción agroecológica y que permiten alcanzar la soberanía alimentaria: “Nosotres como productores, productoras, campesinos, campesinas y pueblos originarios tenemos el derecho de tener el control de nuestra producción en cuanto a las tierras, a las semillas, a la biodiversidad de las semillas, al agua”, asegura Janet.

En este sentido, los movimientos campesinos y de pequeños productores sostienen la necesidad de implementar un modelo de producción que garantice la alimentación del pueblo y que no responda a las lógicas del mercado del sistema capitalista. Y que a la vez devuelva el vínculo entre les consumidores y les productores para que todes sepamos de dónde viene lo que comemos. Se trata de un modelo donde el cuidado de las plantas y la tierra que realizan las productoras de forma agroecológica sea reconocido como fundamental para obtener alimentos de calidad, de estación y con sabor en las mesas de todes les argentinos. Esto implica una economía justa y sustentable reconociendo a quienes realmente cuidan y garantizan la alimentación de la vida humana.

Fuente: Notas - Periodismo Popular

Temas: Feminismo y luchas de las Mujeres, Saberes tradicionales, Soberanía alimentaria

Comentarios