Semillas: relaciones peligrosas
Mientras las corporaciones agrobiotecnológicas presionan al gobierno para obtener los permisos de siembra comercial de maíz transgénico en el país, la semana pasada Bill Gates y Carlos Slim inauguraron un Complejo de Biociencias, o cluster para desarrollar semillas genéticamente modificadas como parte del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), en el estado de México, y pusieron en alerta a las organizaciones de la sociedad civil que se oponen a estos cultivos.
Con el telón de fondo de la crisis climática, la crisis de los precios de los alimentos y el aumento de las importaciones todo ello provocado por el modelo de agricultura industrial y libre mercado promovido en el mundo por los gobiernos y las corporaciones, Slim consideró indispensable aumentar la eficiencia, la producción y la utilidad del campo nacional, en tanto que Gates anunció que se propone extender al resto del Tercer Mundo los resultados del mejoramiento en trigo y maíz que el CIMMYT realice.
El CIMMYT es el sucesor del centro financiado por la Fundación Rockefeller que puso en práctica desde 1945 la Revolución Verde en México, con base en semillas de altos rendimientos que responden a los fertilizantes químicos y al riego. Esta estrategia intensiva en químicos ha demostrado en el largo plazo no ser ecológica ni económicamente sustentable, además de ser responsable de la pérdida de diversidad al desplazar un gran número de variedades campesinas.
La Fundación Rockefeller y la Fundación Gates ya han colaborado anteriormente pues establecieron una Alianza para una Revolución Verde en África (AGRA), propuesta como la solución para el hambre y la pobreza. Su estrategia se basa en la promoción de las corporaciones productoras de semillas y en el aumento de la venta de fertilizantes químicos, así pareciera que buscan la solución al hambre y la pobreza de las trasnacionales.
En África la Fundación Gates no quería aceptar que su estrategia agronómica incluía semillas transgénicas, a pesar de que varios promotores del AGRA habían sido anteriormente funcionarios de Monsanto, hasta que Wikileaks denunció la compra de acciones de Monsanto por 500 mil dólares. En México a pregunta expresa de Cármen Aristegui, en el programa de CNN, Bill Gates declaró que la producción de transgénicos es parte de la caja de herramientas, pero son los países quienes deciden qué semillas quieren utilizar.
Experimentados en las prácticas monopólicas, Gates y Slim plantean distribuir en el Tercer Mundo los cultivos transgénicos, cuya patente ha expirado y que por lo tanto ya no exigen el pago de licencias. Promueven la idea de que los agricultores pequeños del sur han sido excluidos de los beneficios de los transgénicos y proponen que el CIMMYT, por sus vínculos con los organismos agrícolas en todo el mundo, sea un medio para hacerlos llegar. El Centro podría desarrollar ciertos productos y donarlos, o podría recolectar algunos de los viejos a bajos precios.
En México los cruces entre Gates, CIMMYT y Monsanto también se dan en el programa del sexenio pasado de Modernización Sustentable de la Agricultura Tradicional (MASAGRO), catalogado por Gates de ser el proyecto más original existente hasta el momento orientado a la agricultura más frágil a escala mundial. Uno de sus pilares es descubrir el potencial genético de las colecciones de maíz y trigo del CIMMYT para utilizar los genes como materia prima y adaptar las semillas a las condiciones de crisis climática. De ahí que el programa planea caracterizar y revelar el potencial genético de las 27 mil muestras de maíz y 150 mil de trigo que preserva el CIMMYT para generar su huella genética y ponerla a disposición de la comunidad científica. Las colecciones del CIMMYT se han formado a partir del trabajo colectivo de agrónomos y fitomejoradores de buena voluntad, de ahí que su apropiación privada es una acto de biopiratería.
Experimentados en circuitos, redes, cadenas y relaciones, no extraña la fascinación de los dos hombres más ricos del mundo por las semillas; sin embargo, también tienen reconocida experiencia en la concentración transnacional de cuotas de mercado y poder que también caracteriza a las corporaciones agrobiotecnológicas.
Ana de Ita, Directora del Centro de Estudios para el Cambio en el Campo Mexicano (CECCM).
Fuente: La Jornada