Rosario irrespirable

Idioma Español
País Argentina

Nuevamente la ciudad de Rosario sufre las consecuencias de los incendios en el Delta. El resultado, además del ecocidio en los humedales, es el aumento exponencial de las enfermedades cardiorrespiratorias. Resulta flagrante la falta de prevención, la desidia y la complicidad de las autoridades y los organismos de control del Estado.

En el año 2020, en un estudio realizado por el Laboratorio de Medio Ambiente de la Facultad de Ciencias Exactas, Ingeniería y Agrimensura (Universidad Nacional de Rosario), se aportaron datos alarmantes sobre la calidad del aire en la ciudad como consecuencia del humo ocasionado por los incendios en la zona de islas, con índices hasta 5 veces mayores que lo normal. Desde ese año los incendios no han cesado.

Las consecuencias del cambio climático, que genera altas temperaturas en Europa, están produciendo gigantescos y devastadores incendios en Francia, Portugal, España y Grecia, al igual que la costa este de EE.UU. Constituyen una clara señal de alarma que no se puede ignorar. Las sequías y las olas de calor han hecho que sea más difícil combatir los incendios, ya que estas condiciones facilitan que se propaguen rápidamente. Los científicos apuntan que el cambio climático seguirá haciendo que el clima sea más extremo y los fuegos más frecuentes y destructivos. Esto incluye los llamados “megaincendios”, fuegos tan grandes que son casi imparables. No se puede ver arder un bosque sin sentir una enorme tristeza.

Teniendo como antecedente los registros del verano pasado en nuestro país, es previsible que cuando se aproxime la temporada estival volverán las sequias y los incendios. Nadie puede alegar desconocimiento. Mientras tanto el proyecto consensuado de la ley de Humedales, que ofrece recursos para aminorar el impacto del cambio climático, fue ignorado y cajoneado intencionalmente, a la vez que desde el Ministerio de Medio Ambiente se promueve una ley a la medida de los sectores concentrados del agronegocio y los grandes operadores inmobiliarios.

A diferencia de Europa o el norte americano, los incendios en el Delta son intencionales y son consecuencia del modelo agrotecnológico imperante desde mediados de los años 90, que genera enormes volúmenes exportables e ingresos extraordinarios para una minoría, pero produce también un conjunto de externalidades que barren con la diversidad de los ecosistemas y deterioran la calidad de vida de los asentamientos humanos. Más grave aún es que estas quemas se realizan muchas veces en un contexto de sequía y bajante extraordinaria del río Paraná y con elevadas temperaturas. Así, los múltiples focos simultáneos sin control implican un riesgo de devastación de los ecosistemas, superando cualquier nivel de resiliencia que pudieran presentar las especies nativas.

El Delta del Paraná tiene una superficie de 19.000 kilómetros cuadrados. En su seno se hallan múltiples humedales, son un mosaico de bañados, pajonales, pastizales, bosques y lagunas entreveradas con arroyos interactuando con la fauna nativa y la población isleña. Es el hábitat natural de 700 especies de plantas y una diversidad de fauna litoraleña de 50 especies de mamíferos, 260 de aves, cerca de 300 de peces, 27 de anfibios, más de 30 de reptiles y una enorme variedad de invertebrados. A su vera se extienden importantes centros urbanos.

En el año 2020 en esta región fueron más de 3.700 focos de calor detectados por datos de sensores satelitales, más que en toda la década anterior junta. De esos focos, el 82% se concentra en la provincia de Entre Ríos, lo que explica por qué Rosario, San Nicolás y San Pedro están entre las ciudades más afectadas. La distancia que existe entre una ley y su aplicación se pone de manifiesto nuevamente en este caso; en septiembre de 2008 la Legislatura de la Provincia de Entre Ríos sancionó la ley N.º 9.868 para el manejo y prevención del fuego, que explicita mecanismos de control y penalizaciones por su incumplimiento. Letra muerta, impunemente se suceden las acciones unilaterales por parte de los dueños de la tierra, que priorizan su rentabilidad económica por sobre el bien común, sumando a los incendios, el endicamiento de arroyos, el sobrepastoreo y el uso intensivo de agrotóxicos.

El incumplimiento de las leyes vigentes, el bloqueo de la ley de Humedales, la ausencia de control, no son fruto de la falta de información y ni de recursos disponibles, son parte de la política sistemática del lobbysmo del agronegocio y de los gobiernos, que más allá de los discursos, siempre ceden a sus presiones. Gobiernos que se niegan a instrumentar los distintos canales de participación colectiva en la gestión y democratización del territorio. Espacios colectivos que ya existen y han aportado sus experiencias y saberes en la esencial disputa por preservar la vida.

Fuente: Tramas

Temas: Agronegocio, Extractivismo

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