Revolución Verde: ¿una solución milagrosa para la agricultura africana?
Una rápida solución tecnológica sería indudablemente beneficiosa para las corporaciones, pero ¿qué sucede con los campesinos? Esta fue el tema de la jornada de discusión “La agricultura industrial y la ingeniería genética ¿beneficiarán a los campesinos africanos?”. Fueron invitados funcionarios de la Fundación Gates pero declinaron su asistencia...
El 26 de marzo más de seiscientas personas asistieron a un Foro público en Ottawa, Canadá, referido a los planes de las Fundaciones Bill & Melinda Gates y Rockefeller para llevar una "Revolución Verde" a África.
Prominentes ONG y sindicatos patrocinaron "Revolución Verde" - ¿Revolución de Quién?”, conjuntamente con líderes campesinos africanos y canadienses. Para la jornada era central una simple pregunta – “¿La agricultura industrial y la ingeniería genética beneficiarán a los campesinos africanos?”. Fueron invitados funcionarios de la Fundación Gates pero declinaron su asistencia.
En sus comentarios de bienvenida, Gerry Barr, presidente de Canadian Council for International Cooperation (Concilio Canadiense para la Cooperación Internacional), tocó un tema sobre el que otros oradores volverían con frecuencia - la soberanía alimentaria - y el Foro para Soberanía Alimentaria celebrado en Nyéléni, Malí.
La Declaración de Nyéléni es la antítesis del llamado a la acción de los Gates/Rockefeller. En la declaración, el concepto de soberanía alimentaria es central, en particular el derecho de los africanos de definir su propia alimentación y sistemas agrícolas. El respeto por el conocimiento tradicional, "el derecho de defender sus territorios de las acciones de las corporaciones transnacionales" y la lucha contra la privatización y la comoditificación de la alimentación, son mencionadas de manera preponderante en la declaración.
El plan Gates/Rockefeller, no obstante bien intencionado, parece no ser consciente de las consecuencias sociales y medioambientales de la primera revolución verde que soslayó en gran medida a África. Numerosos elementos del plan conducirían principalmente a industrializar la agricultura de África, dejando simultáneamente a los sistemas actuales, que han sido creados durante siglos, hechos jirones o inexistentes. Se habrán gastado más de ciento cincuenta millones de dólares pasados cinco años.
La "Segunda Revolución Verde" resultó tal como Pat Mooney, director ejecutivo del ETC Group - Canadá (Grupo de Acción sobre Erosión, Tecnología y Concentración), caracterizara la iniciativa. Mooney notó que las organizaciones africanas de campesinos, en gran medida están siendo ignoradas como proponentes del plan de impulsar hacia adelante su propia visión de la agricultura africana. Los objetivos del plan Gates ya han sido fijados - con presupuestos asignados a áreas tales como desarrollar variedades mejoradas de cultivos africanos y mejorar la infraestructura y los medios de transferencia de nueva tecnología a los agricultores africanos.
Un comunicado de prensa del 12 de septiembre de 2006 de la Fundación Gates, menciona el hecho de que casi tres cuartas partes de la superficie de la tierra de África se está cultivando sin insumos mejorados, como fertilizantes y semillas avanzadas. ¿Quieren los agricultores africanos estos "adelantos"?, y si así fuera, ¿quién está mejor parado para obtener el máximo beneficio?
El desafío de producir alimentos, conservando simultáneamente el recurso base y el conocimiento africano sobre las semillas, fue central en la presentación de argumentos de Malaku Worede, con anterioridad director de un banco genético en Etiopía. Introducir nuevas semillas no adaptadas a las condiciones africanas podría significar un desastre para la producción, especialmente si se considera la pérdida de las variedades de los campesinos.
"La diversidad no ocurrió por accidente", manifestó Worede. Fue más allá al explicar que la supervivencia misma de los pueblos depende de mitigar los riesgos y que la agricultura es mucho más que el mero rendimiento.
Assetou Samake, bióloga de planta de la Universidad de Bamako, se refirió al papel de las mujeres y la alimentación en África. Desacreditó la arrogancia de los extranjeros que piensan que saben qué es lo mejor para la agricultura africana. Ignorar los denominados “cultivos menores”, que son seguros, duraderos y ayudan a los campesinos a sobrevivir en tiempos de sequía, tipifica las actitudes de aquéllos que pretenden saber más. Las patentes para las nuevas variedades de cultivo fueron visualizadas como penalizando a los agricultores africanos, especialmente a las mujeres. Samake concluyó su exposición declarando que "no hay ninguna tecnología que pueda salvar a la humanidad."
Una rápida solución tecnológica sería indudablemente beneficiosa para las corporaciones, pero ¿qué sucede con los campesinos? Colleen Ross, presidente de la rama femenina del Sindicato Nacional de Campesinos de Canadá, hizo referencia a su país donde los agricultores han abrazado los cultivos genéticamente modificados y exportan agricultura de precisión. Ross presentó gráficos que demostraron el continuo deterioro de los ingresos de los agricultores canadienses, cuyo número es cada vez menor, que han adoptado la agricultura industrializada.
En Canadá el modelo industrializado ha resultado un desastre para los agricultores, con una declinación del ingreso real causada por los precios globales de los alimentos y una deuda récord acumulada. La deuda de los granjeros canadienses se ha duplicado largamente, de 1 830 millones de dólares en 1981, a 4 890 millones de dólares en 2004.
Los resultados para los agricultores canadienses están claros. ¿Necesitamos preguntar por qué habría de ser diferente en África?
Por James Kuhns
Traducción: Gladys Guiñez
Para Acción por la Biodiversidad
Fuente: greatanotherone.googlepages.com