Qué vergüenza con el Tío Sam
El presidente Uribe llevó a Washington más de 70 personas a hacer cabildeo a favor del TLC. Con ello quiere presentar la imagen de una gran unidad nacional y de poseer una estrategia hacia ambos partidos de Estados Unidos. Sin embargo, está abusando del erario público, de la inteligencia del pueblo norteamericano y de la paciencia de los colombianos.
En efecto, el costo de las decenas de viajes y de lo pagado a las firmas de cabildeo es multimillonario y se hace a costa de los contribuyentes colombianos en beneficio de unos pocos.
Por otra parte, la opinión informada en EE.UU., sabe que Uribe ha sido un firme aliado de Bush, le ha dado la espalda al partido demócrata y sus últimos hechos lo demuestran claramente: prometió enviar tropas a Afganistán y a Haití, recibió con los brazos abiertos a McCain que solamente viajó a Irak y a Colombia en su periplo internacional y le apuesta al triunfo republicano en las elecciones, con lo cual se identifica con los sectores más retardatarios de la política estadounidense.
Uribe se ha enfrentado en Colombia a todo el mundo: cotidianamente intenta influir sobre las decisiones de la Corte Suprema de Justicia. Les dice sobre que deben opinar o fallar, desconoce sus pronunciamientos. Critica a la fiscalía, se enfrenta al partido liberal y al Polo Democrático Alternativo. No acepta las divergencias e incluso varios editoriales de la prensa norteamericana han alertado sobre que la búsqueda de una tercera reelección lo convertiría en un Fujimori que fue defenestrado por el pueblo peruano y recordado como un dictador.
En los últimos días se ha revelado que la Casa de Nariño mantiene vínculos con prominentes mafiosos, el principal militar de la “era Uribe” Rito Alejo del Río fue encarcelado, su ministro del interior es acusado de tratar de proteger a su hermano relacionado con el narcotráfico y el paramilitarismo.
La Corte Penal Internacional y las Naciones Unidas tienen a Uribe en la mira y el no descarta buscar un nuevo periodo presidencial, para lo cual sus seguidores invirtieron miles de millones de pesos
No es un presidente de unidad nacional, es un camorrero, es un factor de polarización y sectarismo, es un dócil aliado de lo más retardatario de la política estadounidense y le da espalda a las naciones andinas y latinoamericanas.
Ese es el presidente que va a suplicar la aprobación del TLC, confiando ciegamente en una minoría republicana en el Congreso de EE.UU. y en contravía de lo que la realidad económica mundial aconseja: preservar la capacidad del Estado de regular la economía, fortalecer el mercado interno, proteger la soberanía alimenticia
En realidad da vergüenza que esa sea la faz que se muestre de Colombia, un presidente que se comporta como de un dictador tropical y en política exterior simplemente se arrodilla ante Bush suplicando sus favores.
Las denuncias de centenares de colombianos sobre las violaciones a los derechos humanos, a la libertad sindical y la continuidad de los asesinatos. Los reclamos sobre la necesaria reparación y justicia, deben ser escuchadas por la opinión mundial y estadounidense y Uribe debe ser recibido en EEUU como un simple secuaz del gobierno más impopular de la historia estadounidense y un superviviente con maniobras mediáticas de formas de gobierno que solo tienen alguna similitud los Somoza y Pinochet que tanto contribuyeron al aislamiento de EEUU en América Latina.
Fuente: Recalca