Otra cumbre (COP26) donde el ganador es el capital y los perdedores son los pueblos y la naturaleza
En la reunión internacional que transcurre en Glasgow un argentino directivo de una empresa australiana presenta el “hidrógeno verde” como una producción de energía de carácter “ecológico”.
Frente a la profunda crisis climática, una de las facetas de la grave crisis capitalista, desde Glasgow y en representación de Argentina, un ex rugbier, Agustín Pichot, hoy presidente de la empresa Fortescue, presenta como solución a la crisis económica y social, en la que estamos inmersos, la exportación de hidrógeno verde. Rodeado por los ministros Santiago Cafiero (Relaciones Exteriores, Comercio Exterior y Culto) y Matías Kulfas (Desarrollo Productivo); la secretaria de Relaciones Económicas Internacionales, Cecilia Todesca intentan argumentar sobre las bondades de esta falsa solución omitiendo mencionar las graves consecuencias de la misma.
¿Qué es el “hidrógeno verde”?
También llamado “hidrógeno renovable” consiste en la generación de energía de hidrógeno sin el uso de combustibles fósiles. La técnica más común es extraer hidrógeno del agua, que es dos partes hidrógeno y una parte oxígeno (H2O). Un proceso llamado electrólisis divide la molécula de agua en sus dos elementos constituyentes. Por lo tanto, para producir “hidrógeno verde” se necesita agua, un electrolizador y abundante suministro de electricidad. Si la electricidad proviene de fuentes renovables, como la eólica, la solar o la hidráulica, entonces el hidrógeno se clasifica como “verde”.
La producción de “hidrógeno verde” puede demandar hasta nueve kilos de agua de alta pureza por kilo de hidrógeno. Eso implica que el recurso podría entrar en disputa con otras necesidades y usos del agua limpia, que es cada vez más escasa. Hoy, la producción de “hidrógeno verde” es uno de los principales intereses de las grandes empresas transnacionales (ETN) y Fondos de Inversión (BlackRock).
Para esta producción, se necesita la construcción de una muy importante infraestructura, en lo posible de energía renovable, o sea, megarrepresas, parques eólicos y paneles solares a gran escala. Condiciones óptimas se pueden encontrar en nuestra Patagonia y, en especial, en Río Negro, donde se proyecta la inversión. Claro, con una previa “expulsión” de nuestros pueblos originarios.
La gravedad de estos proyectos es que no tienen en cuenta, obviamente el capital no lo tiene, los impactos en las comunidades y territorios destruidos por la construcción de esta infraestructura. Estos verdaderos ecocidios ya se han visto en países del Sur Global. Ejemplo de ello es el proyecto Gran Inga, en la República Democrática del Congo (RDC), justamente, construida por el grupo australiano Fortescue Metals Group que es la cuarta empresa minera de extracción de hierro a nivel mundial y ha establecido un plan para convertirse en “carbono neutral” para 2030; Fortescue Future Industries (FFI), subsidiaria de Fortescue de la cual posee la totalidad de su capital accionario, impulsa proyectos que suponen la construcción de capacidad productiva de energía renovable e “hidrógeno verde” a gran escala. Andrew Forrest, presidente de Fortescue, declaró en un comunicado de prensa del pasado mes de abril de 2021: “Nuestro objetivo es proporcionar los dos ‘eslabones perdidos’ en la batalla del cambio climático, crear tanto la demanda como el suministro de hidrógeno verde. Debido a su alto rendimiento energético y neutralidad ambiental, el hidrógeno verde y electricidad verde directa tienen el potencial de eliminar los combustibles fósiles de las cadenas de suministro. Una vez concretados, estos avances también reducirán sustancialmente los costos operativos de Fortescue”
El empuje y la promoción del “hidrógeno verde” como el “combustible del futuro” así como el camino hacia una “economía del hidrógeno” constituyen una alarma para las comunidades de todo el mundo que luchan contra las mega infraestructuras de las energías renovables. Esta ofensiva es también una clara señal de cómo la actual matriz energética, desigual e injusta, permanecerá intacta bajo la llamada “economía verde”.
No tranquiliza que este proyecto, presentado con “bombos y platillos” por el gobierno naacional que, allá desde Glasgow, se une al discurso de los poderosos del mundo que pretenden resolver la crisis climática con falsas soluciones que conducen a mayor contaminación y despojo. Y, por supuesto, a mayores negocios.
En el mismo marco están las falsas propuestas de los “bonos de carbono” que, definitivamente, convierten el carbono y los permisos de emisión de Gases de Efecto Invernadero (GEI) en mercancías, en nuevos commodities, con el argumento falaz que así la reducción de emisiones será económicamente interesante y potenciará inversiones en tecnologías limpias por parte del sector privado. Las empresas contaminantes compran “permisos de derechos de emisión” o “bonos de carbono” para compensar su daño. Se parece a la época en que los ricos pecaban tranquilos pues podían comprar “indulgencias” a la iglesia y así garantizarse el reino de los cielos. En la actualidad, los contaminadores compran indulgencias ambientales y siguen haciendo grandes negocios.
También, merecen rechazo los canjes de deuda por naturaleza, en primer lugar, porque se está reconociendo una deuda pública Ilegítima, Ilegal y odiosa, cuyo pago debe ser suspendido y debe ser auditada, urgentemente, a partir de una investigación con participación popular. En segundo lugar, porque este mecanismo político y financiero perverso pretende que se implementen proyectos de conservación del medio ambiente (mitigación y adaptación), en nuestros países y, que en verdad son instrumentos de apropiación de nuestros bienes comunes.
Estas Conferencia de las Partes (COP), en el marco de las Naciones Unidas, que se reúnen desde hace 26 años, con la presencia de Jefes de Estado, empresas trasnacionales, instituciones financieras internacionales y, unos pocos representantes de la sociedad civil, hasta el momento, no han modificado o intentado modificar un ápice la causa estructural del “calentamiento global” que es el actual modo de producción, distribución y consumo capitalista.
Es por eso, que una vez más resuenan en nuestros oídos las palabras de Fidel Castro en el discurso pronunciado en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre medio Ambiente y desarrollo, el 12 de junio de 1992. “Cesen los egoísmos, cesen los hegemonismos, la irresponsabilidad y el engaño. Mañana será demasiado tarde para hacer lo que debimos haber hecho hace mucho tiempo”
Fuente: Tramas